Desde ‘La Costurera’ de Velázquez, de alrededor de 1637, una dama de posición social alta con collar de perlas y pañoleta por los hombros, hasta llegar a las costureras del siglo XIX, en plena revolución industrial, cuando mujeres de clase media y media baja comenzaron a trabajar fuera de casa en talleres, esta profesión ha tenido a lo largo de los siglos gran aceptación social. La propia Ley General de Educación de 1970 incluía durante el bachillerato una asignatura denominada Labores del Hogar, cuya principal función era enseñar a coser a todas las niñas.
Tal como están las cosas en materia de precios quizás haya llegado el momento de aprender a coser siendo “niño”- nunca es tarde para empezar algo-y dada la paridad ejerciente no hay razón alguna para que se nos resista el dedal,la aguja y el hilo. Antaño, no muy antaño pero si un poco. un actor como el desaparecido Alberto Closas- antes también había actores- escandalizaba a la tropa masculina diciendo que él para relajarse hacía punto. Los muy machos señalaban aquello como “una mariconada”.
Se ve que el punto requiere una determinada concentración, como el violín,digo, y eso desestresa. Yo gastaba bromas inocentes a partir de un tipo de punto llamado “punto bobo” y les decía que practicaba esa suerte de juego. Ahora quiero atravesar la frontera entre el botón militar cosido con hilo de cobre de la vieja y nostálgica mili nacional y el punto o el dobladillo de los bajos de los pantalones o el ensanchado de cintura. Es la crisis que a lo mejor nos desestresa por la vía del coser. Coser y cantar. Buenos días.