LA CHISPA
El duque
Carlos Pajuelo de Arcos
Leo estos días que el duque consorte Duque de Palma está en boca de unos y otros; no solo está en boca, también en los papeles de un fiscal.
Se buscan determinadas maniobras que a manera de magia o ingenierías financieras pasaban dineros públicos de una caja oenegera a un entramado de sociedades de uno de sus socios en aquella Nóos, la empresa facturadora.
Nóos, que significa mente o espíritu, aportaba en origen la cobertura, digo, del: ¿“usted sabe quién soy o del usted sabe quién está detrás de mi”? y así pergeñar una “extracción” de caudales públicos. Era su presidente el Duque.
Hace falta mucha mente y mucho espíritu para en dos días y medio de conferencias en Palma, cobrar del orden de 2,5 millones de euros, al decir de los que investigan el caso.
Se dice que todo está bajo secreto y yo me pregunto que si yo soy capaz de reproducir lo que aquí digo por haberlo leído, no debe ser tan secreto el asunto.
Mi encanto por la monarquía no es una de mis señaladas virtudes y aún así me pongo en la piel del Rey y pienso que como padre, en su real sesera, bailarán algunas greguerías relacionadas con sus yernos que han dejado el estandarte real ligeramente ensombrecido de ciertas y oscuras huellas de evidente color marrón.
Al Duque no se le ve mucho por la zona patria y aunque se diga que de eso hace algún tiempo, me refiero a los extraños trasvases millonarios, todos estarán de acuerdo- en que es un gol marcado en propia puerta y es que se ha equivocado de portería el antaño jugador de balonmano.
Su intervención aquí en nuestra Valencia se dice que está auditada y libre de toda culpa y a más a más contratada de acuerdo con la Ley. Bien.
Son amistades peligrosas estas de los consortes, las de algunos políticos que ahora se consideran blancos de sospecha y usan el micrófono para exculparse.
¿Por qué dirían los juristas romanos aquello de “excusatio non petita…”
Siento mucho lo que le pasa al Rey, a sus hijas y al país. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Buenos días.
LA CHISPA
El duque
Carlos Pajuelo de Arcos
Leo estos días que el duque consorte Duque de Palma está en boca de unos y otros; no solo está en boca, también en los papeles de un fiscal.
Se buscan determinadas maniobras que a manera de magia o ingenierías financieras pasaban dineros públicos de una caja oenegera a un entramado de sociedades de uno de sus socios en aquella Nóos, la empresa facturadora.
Nóos, que significa mente o espíritu, aportaba en origen la cobertura, digo, del: ¿“usted sabe quién soy o del usted sabe quién está detrás de mi”? y así pergeñar una “extracción” de caudales públicos. Era su presidente el Duque.
Hace falta mucha mente y mucho espíritu para en dos días y medio de conferencias en Palma, cobrar del orden de 2,5 millones de euros, al decir de los que investigan el caso.
Se dice que todo está bajo secreto y yo me pregunto que si yo soy capaz de reproducir lo que aquí digo por haberlo leído, no debe ser tan secreto el asunto.
Mi encanto por la monarquía no es una de mis señaladas virtudes y aún así me pongo en la piel del Rey y pienso que como padre, en su real sesera, bailarán algunas greguerías relacionadas con sus yernos que han dejado el estandarte real ligeramente ensombrecido de ciertas y oscuras huellas de evidente color marrón.
Al Duque no se le ve mucho por la zona patria y aunque se diga que de eso hace algún tiempo, me refiero a los extraños trasvases millonarios, todos estarán de acuerdo- en que es un gol marcado en propia puerta y es que se ha equivocado de portería el antaño jugador de balonmano.
Su intervención aquí en nuestra Valencia se dice que está auditada y libre de toda culpa y a más a más contratada de acuerdo con la Ley. Bien.
Son amistades peligrosas estas de los consortes, las de algunos políticos que ahora se consideran blancos de sospecha y usan el micrófono para exculparse.
¿Por qué dirían los juristas romanos aquello de “excusatio non petita…”
Siento mucho lo que le pasa al Rey, a sus hijas y al país. ¿Qué he hecho yo para merecer esto? Buenos días.