“Necesitamos restaurar el honor del pepino“: el español que se cuela en la lista es Francisco Sosa Wagner. Lo dijo en la Eurocámara, pepino en mano, en el punto álgido de la crisis de la E.Coli. Eso es una frase y lo demás son bobadas.
Los de la BBC tratan de encontrar frases que hayan “calado” a lo largo del año y esta que he elegido yo me parece contundente.
El pepino es en un huerto un “individuo” sin DNI importante, no es un elegido por la delicatessen agrícola como algo que merezca la pena. Las mesas están huérfanas de pepinos.Yo he oído mucho aquello de “amarga como un pepino” o sea que el pepino en si mismo, en su naturaleza pepinesca es un “sujeto” con mala prensa de origen.
Hay una película que creo que se llama “El Honor de los Prizzi” donde triunfa el honor sobre el matrimonio y acaban, en aras del honor, casi todos muertos y se restablece el equilibrio de una familia mafiosa.”
Cuando estalló la crisis del pepino yo me sentí herido por las declaraciones de una consejera-medio ministra de un lander alemán en torno a que la culpa del ecoli era del pepino español.No y mil veces no. Era la clásica conspiración a la que tanto habíamos aludido en España. Perdimos mucho con aquellas declaraciones y el pepino ocupó las primera portadas, las cabeceras de los telediarios eran “pepinosas”. Yo hubiera condenado a la ministra antipepino a comer en público todos los días una ensalada de esa joya de color verde.Es la esmeralda alargada del huerto.
Por todo aquello yo soy partidario de recuperar el honor del pepino y dotarle de una variedad de usos al margen de la ensalada.
Prefiero una campaña a favor del pepino que no soportar la envidia que tengo que el Sant Germain , el equipo francés de fútbol, le endilgue 800.000 euros al mes al futbolista David Beckam. !Tomás que las das!.
Por cierto ya sé que no soy ministro y tiemblo frente a la masacre que se espera en el Congreso del PSOE. Como estamos en Navidad conviene,si acaso, sonreir un poco. Honor y gloria para el pepino español.Buenos días.