A mi me han gustado mucho los vinos de honor. Algunos cineastas y otros amigos intentando abrirse camino en un Madrid que empezaba a despertarse del marasmo de la postguerra, acudían con la frecuencia a presentaciones y demás. Una presencia dirigida por la necesidad de suplementar su dieta magra de alimentos y pletórica de actividad intelectual. Dicen que era una aventura.
Un vino de honor que se precie tiene sus canapes y su barra libre. La cosa es compleja porque requiere tener una estategia de aproximación al lugar dónde se imparte la suculencia gastronómica primera. La primera “sacada” de alimentos es la mejor. Impresiona más.
Permitanme que les cuente un fracaso personal. Hace unos días y con ocasión de un importante ágape colectivo que reunió a lo más selecto de la vida ciudadana y al que caí por la amistad que nos unía a la dama que me acompañaba y a mi mismo con los organizadores, me di cuenta de la importancia de llegar a tiempo. Llegar atiempo al cato.Lo de la copa o vino de honor fue después.
Nos entretuvimos oyendo las cosas que allí se decían, en el escenario habitaban y hablaban gentes que decían cosas de interés y por un momento se nos había olvidado lo del ágape citado.
Cuando la masa de invitados comenzó a moverse en una misma dirección estábamos atrapados entre las filas de asientos, bloqueados decidimos sentarnos y esperar.Error. ¿Deberíamos haber saltado como chimpancés por encima de las lustrosas butacas y por encima de los hombros de bellas señoras y atildados caballeros que no dejaban hueco y se deslizaban como hormigas hacia un mismo lugar? Nein.
Nos sentamos a charlar y nos dijimos que podíamos “pelar la pava” y esperar hasta el hueco correspondiente.
No lo hago largo. Cuando conseguimos llegar al lugar “agaposo” docenas de individuos peleaban por una cerveza- eran los mismos atildados caballeros y estupendas señoras del gran salón. La muralla humana era impenetrable y yo me di cuenta que había fracasado. Nos fuimos a cenar a otra parte.
Está claro que la táctica es sentarse lo más cerca posible de la salida, levantarse cinco minutos antes, llegar al pasillo de los primeros- pasar antes por el WC- y cuando den la señal de “agapé habemus” lanzarse sobre la barra el primero o el segundo. Una vez allí en primera linea de batalla aguantar la invasión. En esa cabeza “de playa” sufriremos embestidas y vaivenes e incluso en algún momento es posible que sientas como una mano se desliza en torno a tu pantalón. No es nada . Buscan la cartera.
He decidido no ir a más vinos de honor o tomas de posesión como invitado. No iré salvo que sea yo el que tome posesión o en todo caso ir ya merendado, esa es otra variante a tener en cuanta, el mear es clave.
Es posible que estos días me monte una toma de posesión a la que acuda con mi dama yo solo y toda el ágape será mío. En todo caso elegiré a unos pocos que quepan y no me toquen con la mano el pantalón. Buenos días.