He leído que el Duque de Palma ha recibido de Telefónica una salario de más de un millón de uros largos en un año. No me extraña que las tarifas en general sea caras, también he leído los salarios que se llevan a casa los cesados, por perder las elecciones del anterior gobierno y así más cosas del cariz semejante. Soy un idiota, me digo. Me miro al espejo yo que creía que era listo y me acuerdo del libro de Pancracio Celdrán Gomáriz que me ha sido enviado por mi amigo José María y cuyo nombre es “Inventario General de Insultos” y me aplico uno que es el que copio literalmente.
Abundio.
Ser más tonto que Abundio es paradigma de insensatez, cerrazón y cortedad de entendimiento.
Parece que el personaje existió entre los siglos XVII y XVIII en Córdoba, donde protagonizaría alguna
solemne tontería parecida a la de Ambrosio y su carabina*, aunque de naturaleza distinta, ya que a
Abundio se le achaca el haber pretendido regar “con el solo chorrillo de la verga”, con apenas agua, un
cortijo, empresa descabellada, a no ser que pretendiera regar otros campos metafóricos con el aparejo
citado, en cuyo caso distaría mucho de merecer la fama que el tiempo le ha asignado. Por otra parte, acaso
nos encontremos ante el precursor del riego por goteo, y debieramos levantarle un monumento. En su díapasó por loco insigne, diciéndose hoy de quien da muestras de imbecilidad que es “más tonto que
Abundio, que en una carrera en la que corría él sólo llegó el segundo”.
¿Por qué se llama usted a si mismo así?.
Por haber contribuido a poner a “Valencia en el mapa” a base de vaciar la Hacienda, votar creyendo en la democracia y participando en el teatro nacional capaz de engendrar un protocolo de la infamia como el que sigue ( lo he de investigar a fondo) en el que exige a los médicos que atienden urgencias en Cataluña lo hagan en catalán exclusivamente. ¿Será cierto? Si lo fuera yo he contribuido a esto también. Lo dicho más tonto que Abundio. Hay más pero por hoy lunes ya está bien para empezar la semana. Buenos días.