Flash/ Del Suplemento de Salud MAS SALUS de hoy en LAS PROVINCIAS
El Día del Padre
Asistimos estos días a un recrudecimiento de las ofertas y al tiempo estamos contra aquel que acepta regalos.
¿Quién tiene la culpa de que seamos tan regalosos?
La tienen los grandes almacenes de antes, de ahora y de mañana que han sabido conectar con el respetable con la frase mágica, ya demodé, de «practique la elegancia social del regalo».
Y nacen los Días.
Desde entonces, desde aquel venturoso y milagroso día, yo voy loco; entre el Día de la Madre -que menos mal que no hay más que una- el del Padre (que ahí está menos claro), el del Niño, el del Emigrante, el de los Enamorados, el del niño que lo bautizan, lo comulgan, etc. Joder. No gano para regalos. Así que si me regalan algo me lo quedo, aunque sea solo para compensar.
De repente acusan a Rita Barberá de recibir bolsos.
Yo creo que, desde que la conozco hace más de veinticinco años, aunque no la frecuente, que se dice, dispone de recursos materiales para comprarse los bolsos que le salgan de sus reales y alcaldables narices y por eso si alguien ha practicado «la elegancia social, etc.» pues allá él.
¿Entonces? Entonces es que rasgarse las vestiduras porque, por ejemplo, mi amigo Mariano de Elche me regale un jamón en Noel no parece propio de gentes bien educadas.
¿Qué haría yo? Todo menos salir de naja o sea precipitadamente o largar una letanía parecida al «yo no he sido, a mí no…». ¿Qué haría yo si el Bigotes, el Barbas, el consolador de almas perdidas o el Nani o Mafo me regalaran algo? Me lo quedaría por la cara; claro que yo no soy cargo ni público, ni privado, ahora que me acuerdo. Ahí se ve que le duele.
¿Dónde le duele más al personal? En la negación, nanos, en la negación. Acordaos de San Pedro, al que ya le avisó el llamado Jesús. «Me negarás tres veces antes de que cante el gallo.» Era un cagón. Salvó la vida. Buenos días.