LA CHISPA
El cajón
Carlos Pajuelo de Arcos
Hace unos días he leído que una Institución Valenciana sacaba a la luz facturas con un atraso digno de un mal pagador. Estaban en un cajón. Deberían oler a viejo. Lo del cajón es del siglo XIX .
Ahora dicen que van a pagar. ¿Sería el Consell? No sé. No me hagan mucho caso, pero no lo echen en saco roto, si son autónomos o empresas que han trabajado para la Administración. Lo tienen crudo.
No se avengan a la quita, ni se dejen impresionar porque el encargo se lo hizo gente que pertenecía a otra adscripción política anterior a esta.
A partir de hoy sí le encargan algo que firmen, que sellen, que juren.
A mí lo que me interesa de todo esto es el concepto relativo del cajón.
El llamado “cajón de sastre”. La tumba del olvido del compromiso. Una especie de limbo dónde pululan las cosas que no sabe uno como resolver. Es el ya “lo veré mañana” o lo que es lo mismo, “vuelva usted mañana” de Larra. Más siglo XIX.
¿Quién de nosotros no tiene un cajón dónde acumular papeles para verlos más tarde? ¿Quién de nosotros no acumula pendientes en forma de papeles que hay que ver?
¿Son los funcionarios los que toman esa decisión por su cuenta? Yo creo que no. No imagino a un digno funcionario diciéndole a su compañera. Cómo nos han rebajado el sueldo y nos están “puteando” todo el día voy a poner estas facturas en el cajón de abajo y ya se enterarán cuando se arme el follón.
La condena al cajón debe ser objeto de una tesis.
Estamos en una espiral de desesperanza colectiva, en una etapa de inseguridad jurídica y de hundimiento de valores cívicos. Una pena.
Ayer casi me “palpan la cara” por llamar la atención, cariñosamente, a un señor que había dejado sobre la acera dos esplendidos sólidos excretados por el mejor amigo del hombre y como la voz de su amo era algo fuerte, el can me enseñó los dientes. Me fui a casa a evacuar y a decirme. Carlos tú a lo tuyo, o sea a ver qué pasa con Bankia, por ejemplo. Buenos días.