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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

Cocina de guerra

Cocina de guerra

Cuando me mandan alguna cosa de interés me la guardo. Soy un ave de rapiña literaria, guardador de recetas, por ejemplo, aunque, lo confieso, también guardo insultos.

A veces le pregunto a mi amigo Pedro G. Mocholí sobre tal o cual condimento y él me dice y yo guardo en la memoria.

Titulo lo de “cocina de guerra” porque me temo que una vez agotados los insultos, y mira que hay, contra quien sea, contra aquellos que nos torturan, contra aquellos que siempre apuntan hacia el mismo lado, hacia la base de la pirámide que un día enarbolaba bandera de bienestar.

Digo que, una vez agotados los insultos, habrá que reaprender una cierta austeridad, un aprovechamiento de los recursos de tal suerte que nada se tire, todo se aproveche como en el caso del cerdo. Hoy me voy a dedicar a la cocina. Ahora estoy aprendiendo y creo que nunca es tarde.

Discuto con una amiga sobre el particular. Yo mantengo-mantenía que gastar es una inversión para la dinamización de la economía y ella sostiene que el aprovechamiento es más justo, conveniente y necesario. Creo que tiene razón.

Aprenderé a cocinar.

Tengo para mí que desmontada la aureola de los cocineros de vanguardia que desestructuran la tortilla de patata o hacen “virguerías” sin cuento para colocarse una estrella, habrá que aprender a estructurar.

La receta que incorporo hoy proviene de un envío de un amigo en torno a la llamada “cocina de los conventos” que guardo en mi escritorio justo debajo del llamado “Libro de los insultos”. Luego incorporaré uno y dejaré a los lectores que lo sitúen donde ellos quieran, faltaría más.

La receta data del siglo XVIII y era un momento histórico que coincidía con la expulsión de los jesuitas de algunos  países. Se verá, leída con atención, que se trata de un ejemplo claro de aprovechamiento de recursos que podrían encontrarse de forma fácil y que incluso, si no fueran jesuitas que no cultivaban precisamente la tierra como lo hacían y hacen algunas órdenes como los cartujos, podían obtenerse de las dadivas .

La cocina doméstica en el campo tiene como atractivo para quien la observa del aprovechamiento. Véase la paella de pollo.

Cada ingrediente puede estar al lado de la misma casa, en la huerta, en el corral y eso hace del plato un plato barato- algunos lo han llamado de “pobre” sin recato alguno hacia quien lo consume y lo “fabrica con extremo cuidado y con resultado gastronómico de 5 estrellas.

¿Por qué se empeña mucha gente en calificar de pobre a este tipo de platos? ¿Por qué tratan de sofisticar y alterar la raíz misma de alguna cocina popular?

¡Bah!. Vayamos a la receta y luego iremos a un insulto

GAZPACHO CALIENTE O SOPA DE TOMATE

“Se machacan en el almirez unos dientes de ajo, sal, unos trocitos de pimiento verde, pimentón, tomates hervidos y aceite. Se agrega un trozo de miga de pan y agua hirviendo de la que coció los tomates; se bate y se machaca en el almirez y, a continuación, más agua y pan en igual forma, batiéndolo algo menos, y en veces sucesivas agua hirviendo y pan, proporcionalmente, de modo que quede jugoso pero sin caldo y empapado el pan, casi enteramente desmenuzado del primer batido”. Receta de un libro raro y curioso: Común modo de guisar que observaban en las casas de los regulares de la extinguida Compañía de Jesús, 1795.

Buena pinta ¿No? Intentaré hacerlo.

He buscado insultos y para hoy domingo me viene uno que ni al pelo al repasar la semana de imputados.

Farsante.

Individuo que con vanas apariencias quiere pasar por lo que no es, o finge lo que no siente; sujeto simulador y mendaz, que por medio de embustes y enredos quiere salir airoso de alguna situación.

Aconseja Cervantes, en el Quijote, por boca de su escudero: “Quítesele a vuesa merced eso de la imaginación, replicó Sancho, y tome mi consejo, que es que nunca se tome con farsantes, que es gente favorecida”.

Es voz usada en sentido figurado, teniendo in mente la acepción principal del término farsa, representación, y de allí: farsante. En ese sentido emplea el término, mediado el siglo XIX, el comediógrafo riojano Bretón:

…no es fácil

sin imitarlos quitar

la máscara a los farsantes (fuente: El inventario-libro de los insultos de Celdrán Gomariz))

Me voy. Buenos días

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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