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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

¿Es usted deportista o es como yo?

El impulso y la motivación

Bueno con una medalla de plata contra USA en baloncesto yo me conformo y cierro el tiempo de JJOO, He notado que me gusta mucho mirar y echar el ojo a la cuestión deportiva y eso me anima.

Ayer por la tarde, tras el “visionado” del match baloncestístico y caída la brutal agresión del calor sobre mi cuerpo y con casi nadie por la calle intenté correr un poco- no se alarmen que  era una carrerita por la acera- del orden de unos veinticinco metros y me di cuenta que ya no estoy para el deporte.

El resuello me abrasó los pulmones.

Tengo que dejar de fumarme un puro todos los días porque ya veo que no voy a ser Churchill o Rajoy que, además de registrador, se fuma unos puros de alivio, pero me gusta el olor asqueroso que deja en la casa porque luego me puedo permitir el lujo de airearla o de hacerlo aún peor mediante el uso indiscriminado de espray con lo que le doy la razón, a la par que consumo para aliviar la presión del mercado, a una amiga mía practicante a tope del aprovechamiento de los recursos y de evitar cargarse el ambiente.

Decía que me cansé como un botarate- solo los botarates intentan emular a Sanemeterio –es un jugador de la selección y lo cito porque el nombre me suena muy bien y parece que es más cristiano- sabiendo que no pueden.

Ha sido el impulso, la culpa es de la motivación televisiva. Ya se sabe que es muy bueno disponer de algo o alguien (el Estado está muy bien para eso) sobre quien cargar la culpa de todo.

Hubo un tiempo en que me dio por aprender a montar a caballo porque creía que era muy elegante y yo quería ser chic y alquilé uno y no me hacía caso, ni nada, aunque le hablaba; el equino se dirigía siempre a trastear una zona dónde había hierba jugosa y lo dejé plantado, me bajé y hasta hoy. No he vuelto a hablar con ningún caballo, sobre todo porque no dicen nada o no entiendo lo que dicen.

Otro año quería ser surfista porque había visto una serie de TV en la que bellas señoritas eran más cariñosas con los surfista que con lo de a pie y así que me fui a una escuela de surf- una escuela un poco para pobres, se ve, y hacíamos unos ejercicios de muerte en tierra y yo acababa agotado y sediento y me tomaba unas cervezas enormes. No me miraban las bellas señoritas que hacían solo caso al monitor que, por cierto, debía  tener 25 años menos. Si no me retito del surf hubiera acabado alcohólico.

Era, estaba claro que mis motivaciones iban cayendo una tras otra. Así que aquí me tiene ustedes dándole  a la tecla creyendo que soy un crack del periodismo casero. Perdonen tengo sueño, estoy cansado y me voy a fumar el famoso puro.

Si ven a mi amiga díganle que no saben nada de mí, que he descolgado el teléfono y me dedica al fair niente (aquí combino la cosa idiomática porque creo que doy un toque original) y que he renunciado al atletismo, al baloncesto y al surf. Lo siento. Buenos días.

 

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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