El aceite del Mediterráneo
Hoy llego tarde a la columna y espero que si alguien la lee sepa perdonar el retraso. Sucede que tengo un amigo con el que practico “el trueque”.
Él me hace las portadas de algunos de mis libros y yo acudo cuando me llama, ahora es el caso, a ayudar a presentarle una hermosa historia de amor ecológico y gastronómico. Ambos son compatibles.
Hace algún tiempo mi amigo paseaba por un territorio que yo recomiendo por cierto, el Delta del Ebro,
Con su familia, supongo que tratando de entender mejor la tierra dónde vivimos, cuando de repente se encontró con unos “bancales “ de olivos centenarios que estaban sufriendo una suerte de abandono y soñó.
Como es un soñador soñó mucho y desarrolló en el espacio de un instante con una Buscó y halló otros amantes de la tierra y de los olivos y como un nuevo Jaime I replantó( Jaime trajo los olivos de Palma , de las Balerasetierra rescatada del abandono, vio las raíces y troncos de esos olivos que cobraban una nueva vida y se sintió, de repente, con el preciado oro liquido del aceite en sus manos y empezó.
Más tarde , a estudiar , a conectarse con la tierra y con las buenas gentes del Delta ( son vecinos de arriba de nuestra Comunidad) y más tarde se encuentra en el día de hoy con el acto de presentación oficial de una marca L´OLI DEL MAR y me invita a que le ayude a presentarla.
Y aquí estoy preparando la charla, pensando en cómo y qué diré en la Calle San Fernando 12 de Valencia-esta tarde a las 19 horas (aunque es un poco tarde están invitados) el actual local que alberga las actividades del grupo que comanda o comandaba Eliseu Climent.
Estoy descubriendo muchas aplicaciones del aceite desde la cosmética hasta el final (Dios lo retrase mucho para todos) con los Santos Oleos.
No hace mucho una noticia televisada me permitió saber que en Roma hay una colina de más de 40 metros hecha solo con los restos de las tinajas que la Bética mandaba a la metrópoli y de cómo el aceite servía de moneda.
Tengo que dejarles porque estoy aprendiendo a varear o a saber algo de la molienda de la aceituna.
Un mundo apasionante este de Sergio ( es como se llama mi amigo) aunque yo confieso que no entiendo el campo. A mi el campo me da miedo y debe ser que soy más urbanita de lo que yo creía y por eso digo que no somos nadie o no soy nadie.
Me pasa como dicen que le pasaba a Unamuno que , ante la insistencia de un amigo acerca del campo, se atrevió , en Madrid, a asomarse al campo cerca de la Ciudad Universitaria y dijo: ¡Ah, esto es el campo! y se volvió hacia la ciudad.
Yo prometo ir a ver los bancales de olivos de Sergio y sus amigos – socios (que no los nombro aquí porque no se quienes son hasta este momento).
Tengo que aprender a amar el campo y más cosas. Estoy incompleto. Buenas tardes