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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

Mendigos

Mendigos

Esta mañana, relativamente pronto, me dirigía andando a paso de paseo, cuando a la altura de la Plaza de la Reina me aborda un mendigo de aspecto desaliñado- normal para un mendigo, por otra parte no va a ir paseando su miseria enfundado en un smoking aunque, a lo mejor sería más asumido si además llevara colgado un cartel que pusiera “victima de las preferentes” o algo semejante. A lo que iba, que soy un arborescente y por tanto me voy por las ramas, el mendigo me “endilga” una romería de quejas, peticiones y semi alabanzas, todo tendente a ablandar mi corazón. No le he dado nada – me había gastado el euro que llevaba suelto en una bonoloto por si acaso ,que a alguien le tiene que tocar- y a la vista de mi negativa  la piadosa retahíla se trueca en amenazante improperio que iba desde ” valenciano de mierda” hasta “el ven aquí si tienes huevos”; me he parado , me he vuelto y mi mirada se ha cruzado con la quiosquera de esa Plaza que me ha hecho un signo de : “Váyase y no se meta en líos, que no vale la pena”.

Creo que el gaznápiro me hubiera vencido y humillado porque era más joven que yo y al parecer más fuerte.

Una anécdota urbana más si no hubiera tropezado con 6 mendigos  distribuidos en la puerta de la Iglesia del Salvador – espacio de mi última novela y en cuya puerta había quedado con Juan un amigo de Teruel al que no conocía y amigo de otros amigos (aquí funcionamos así todavía, gracias a Dios, que se ha brindado a ayudarme en mi proyecto de conquistar literariamente Europa a través de Teruel.)

Vuelvo a los mendigos. Los citados guardaban la puerta de La Catedral y la de  los establecimientos Hipercor correspondientes.

Ser pobre debe ser indignante, puede que humillante y a lo mejor ahora en este tiempo  han proliferado como respuesta indeseada a la crisis que dicen que es galopante por abajo y buena por arriba a medida que  nivel de la prima de riesgo y coste de avales etc. disminuya. No sé.

Vendemos Sol, playa y un plus de gorrillas, mendigos a las puertas de las Iglesias, supermercados y bancos además de Correos central y oficinas adyacentes.

A lo mejor la delincuencia organizada es mayor en París y en Tokio e incluso en Berlín y por qué no en Heidelberg con su policía en pareja, con su perro y una “chatarra del  Far West colgada de la cintura; allí deben estar escondidos o los esconden. ( momento ideal para que se metan conmigo diciendo que soy un hipócrita porque quiero esconderlos y no aportar ninguna solución).

Recuerdo que estos días el ministro Valls, que lo es del Interior, en Francia ha puesto en marcha una operación de desmontaje de campamentos rumanos, búlgaros etc. reenviándolos a casa porque son focos, los campamentos, de delincuencia y conflictos.

Valencia está llena de mendigos y nuestra tarjeta de visita de sol, amabilidad y buen tiempo en general hace a esta ciudad acogedora…para todos.

No quiero dar soluciones porque me llamarían fascista y nazi. Y además porque nos las tengo.

Amén  de multas por doble aparcamiento, pasarse de la hora y velocidad ligeramente mayor a la marcada en los túneles de la ciudad, una Unidad anti mendigos, vendedores de flores, niños y cojos falsos le daría a nuestra ciudad un aire de  menos de Patio de Monipodio. Buenos días.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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