Al loro heredero
No debe de haber mucha gente en el mundo que, como Carlos de Inglaterra, lleve 55 años ocupando el mismo puesto de trabajo. Su tarjeta de presentación sigue diciendo, igual que en 1958, ‘Príncipe de Gales’. (fuente: las provincias)
Es el peso de la tarjeta ,digo, el que le impide hacer otra cosa. Va y viene, representa en ocasiones a su mamá la Reina, da discursos e incluso da su nombre a ciertas producciones agrícolas y hasta está por la labor de permanecer junto a quienes promocionan alguna marca de baños y azulejos y poco más.
Los reyes en general y los de ahora más (tienen menos problemas de regicidios )se resisten a marcharse de casa. Tienen de todo en su casa, disponen de gentes que los guardan, vehículos a motor y a caballo que los trasladan cómodamente de aquí para allí, clínicas privadas para su acogimiento en el dolor, flores y regalos en su diario quehacer, reciben visitas y conocen gente nueva y aquellos que reciben se inclinan y están contentos de estar ahí.
¿Para qué abdicar? ¿Por qué irse si el patrón no te dice nada y hasta se le cae la baba a veces y sonríe las gracias?
Lo tiene mal este príncipe y este otro y aquel y todos. ¿Y las esposas de estos príncipes, a la sazón princesas, que dicen?
Pues ahí están esperando. Supongo que darán la vara por la noche y el Príncipe de turno a aguantar carros y carretas. No sé.
Bien visto tampoco pasa nada. estás ahí y a la “choca”, a esperar. Unas tilas y unos viajes de entretenimiento saludador. Buenos días.