Sentencias imposibles
Ayer la sentencia del famoso hundimiento del Prestige hundió la credibilidad del personal. Es el caso de barcos fantasma como ese del Holandés errante que los viejos marineros dicen haber visto en noches de tormenta.
Lo vimos errante al Prestige, de aquí para allí pendiente de si Trillo obtenía permiso para bombardearlo en plan algo más que la Operación Perejil y luego el mar se lo tragó dejando su vomito negro, pegajoso y miles de páginas de voluntarios. Nunca maís gritaban.
Estaría bien que fuera así…pero no parece que hay mucho riesgo en eso de hundirse; si acaso si eres capitán unos nueve meses por desobediencia.
El Prestige no llevaba “rumbo suicida”, dice también la sentencia, en contradicción con el anterior auto de la Audiencia. En Portugal, a modo de elegante eufemismo, suele decirse del suicida: Morreu porque quiz. Eso es lo que le pasó al barco. No hubo ni habrá responsables. Se hundió porque él quiso.(fuente: El País)
Yo que no soy abogado ni “ná” , no lo entiendo. El nunca mais puede volver a suceder.
Esto del mar es cosa de Neptuno, de Venus e incluso de afrodita. Son los dios@s mayores y menores los que dominan las aguas y debe ser así porque parece ser que de los dos buques encallados aquí al lado, en la playa de el Saler (Valencia), y que estuvieron ahí un tiempo suficiente para que se constituyeran en atractivo turístico y las parejas de recién casados se dejaran fotografiar con el buque en el fondo, como queriendo decir que mi amooor, querida, es más fuerte que el mar y más sólido que este buque. Digo todo esto porque la Audiencia no ha podido localizar ni al armador, ni a nadie se ve y por tanto se da, supongo, el asunto como sobreseído o algo por ele estilo o sea : “si te he visto no me acuerdo”.
Luego está lo de Doñana que no siendo mar está cerca. Me refiero a la empresa sueca que no paga la rotura, los daños y tampoco la limpieza de aquella balsa que reventó. 70 millones de euros reclama la Junta. Se hacen los suecos. ( que no digo nombres yo, no sea que al final el idiota de turno, o sea yo mismo, termine por ser encausado por citar sin permiso).
Que no entiendo yo la sentencia del Prestige y me retiro de entenderla. Buenos días.