Otra vez
Otra vez se mata al mensajero. Otra vez el periodista, asume la culpabilidad de haber dado noticia a hechos de otros.
No es la primera vez en la historia que matar al mensajero es una práctica que si no fuera trágica, suena a pataleta del que ha sido descubierto con “el culo al aire”.
En esta ocasión se trataría de “un topo” que facilita a través de sus en envíos, facilita, digo, a los medios, al periodista la posibilidad de airear malas prácticas o practicas de corte dictatorial, de costumbres que se permiten quienes no tienen en cuenta a los demás, siendo los demás, los votantes, los que le han puesto ahí – aunque en el caso del presidente Fabra no haya sido especialmente así.
Otra vez una nota revela el quitarse de encima un problema y pasar la patata caliente a otros. Y nosotros chupándonos el dedo. Anda. Pídeme el voto, cariño.
La nota dice escuetamente:
Presidencia de la Generalitat da por cerrada su investigación para encontrar al «topo» que en los últimos meses está aireando información comprometedora sobre el presidente Fabra y su entorno. Y, de momento, el filtrador sigue sin tener nombre y apellidos.(fuente:levante)
Leo la contundencia del comunicado y noto como la propia institución se inhibe de si misma, se alza como ente insustancial y se ausenta, como quien se sacude una molesta carga y la traslada al pueblo en forma de Fiscalía.
Sea un funcionari@, un espión o quien sea, los hechos son los que son. Las famosas listas de la compra en las que figuran ingredientes para un cocido , huevos Kinder, dan una pista posible sobre un uso doméstico, personal de dineros de todos y es entonces cuando se dice que hay un topo. ¿Y qué? Qué bien que lo hay
Lo de matar al mensajero tiene su pequeña historia.
Fue Oscar Wilde. En el pueblo de Leadville, Colorado, le organizaron una charla para mineros en un “saloon” y allí Wilde vio el cartel encima del piano que decía “Don’t shoot the piano player, he´s doing the best he can” No disparar al pianista lo hace lo mejor que puede,
No mates al periodista, cielo. Es solo el mensajero