10 AÑOS DESPUÉS
Camps inició su comparecencia presentando su «más sincero pésame» a las víctimas, de las que aseguró que «han sido y serán lo más importante en la actuación del Consell». Reveló haberse reunido con el ex presidente de las víctimas, Enric Chulió, algo que negó la asociación. Camps rechazó que diera consignas políticas. «Los apagones informativos son de regímenes dictatoriales, imposible en una sociedad plural como la nuestra.
Tanto el Sr.Camps como el Sr. Cotino han evidenciado en la comisión parlamentaria( reabierta para el accidente del Metro que costo tantas vida y rompió tanto futuro para las víctimas) con aparente gestualidad y vestimenta, que para ellos eran las victimas lo más importante. Ya.
Sucede, a la vista de los hechos, que pese a ello no encontró el President un hueco en 10 años para recibirles y eso que era lo más importante y lo que cada viernes, día de reunión del Consell, señala él, la primera cuestión antes que ninguna otra cosa. Suena raro e incluso suena falso.
Y ambos piden perdón.
¿Pedir perdón no supone asumir una culpabilidad previa? Si. ¿Entonces?
No ¿Para qué pedirlo, entonces?
¿Qué es el perdón? ¿Ese al que con tanta frecuencia se acogen aquellos que pública y asiduamente han ido pisando los derechos de otros?
¿A quién piden perdón estos señores a estas alturas del “a buenas horas mangas verdes”?
¿Obteniendo el perdón se busca frenar la acción de la justicia?
¿Han renunciado los familiares de las victimas a ejercer su derecho a conocer la verdad sobre ese accidente, que no era el primero, por cierto?
Imaginemos que se obtiene ese perdón. ¿Ayuda a olvidar?
¿Qué beneficio se espera obtener tras esa petición pública de perdón?
La gestualidad en un caso, o la expresión pía en otro, pueden ser armas con daños colaterales.
Los damnificados indirectos son los que pierden la fe en las condiciones reales de formación para gobernar.
El yo no sé nada, no era cosa mía, no estaba al día de lo que se venía haciendo etc. no son más que demostraciones de ineptitud y de falta de pulso político.
¿En manos de quienes estábamos y en manos de quien estamos ahora?
Conviene estar atentos a los cantos de sirena que unos y otros nos lanzan y atarse al palo mayor, cual Ulises, para evitar dejarnos llevar solo por la melodía.
Parece flotar un aire de cinismo metódico. Veremos.