EL OMBLIGO DE LA BARONESA
Hubo un tiempo en que la baronesa, estaba entonces en el poder del consistorio madrileño el Sr. Garzón, se opuso a la pretensión de ampliar el Paseo para coches a costa de arrancar árboles , y hasta llegó a atarse a uno del Paseo del Prado por mor de evitar su tala. Una baronesa en pie de guerra. La victoria la acompañó y se hizo más popular
Como es natural , dada su biografía se sabe que no es tonta. Buscaba un árbol cerca de su casa, el Museo Thyssen, y supongo que lo haría tras un desayuno “as hoc” y se corrió la voz. Las gentes del lugar y otros acudían a ver el espectáculo y muchos se hacían fotos y hasta los diarios se hicieron eco del acontecimiento social.
La buenas familias de la nobleza y de la estirpe rancia no gustarían de ello y sus huesos se revolverían en un traqueteo infernal.
No gusta al personal con apellido que los suyos ofrezcan espectáculo – salvo en bodas de relumbrón, catedral y cortijo . El Paseo del Prado es para pasear y no para atarse, dirían. Y luego la baronesa en sí misma es baronesa, pero menos.
Se dice que ahora Marbella empieza un periodo de decadencia del lujo y algunos visires han trasladado palacios y gentes al vecino Tánger. Es un ciclo.
Yo me lo temía y por eso me negué en su día a construirme allí un ático…además de dónde.
Por eso se ha visto, digo yo, a la baronesa pasear por la Costa Azul. Lucía sus 72 años con prestancia y alguna “carne” caída y bajo su pamela una rotundas, amplias y modernas gafas le ayudaban a disimular el rostro y supongo que trataría de pasar desaparecida la ex –
La Ex miss España exhibía unos abundantes pectorales al crepé y su ombligo es redondo o cuasi y se parece bastante al del resto de los mortales.
Los periodistas de la cosa rosa se hacían lenguas, y luego papel, con la supuesta depilación a la brasileña que le permitía situar un cuasi tanga delantero en orden de ser contemplado a la Pamela Anderson en su día.
Yo defiendo a esta señora, devenida en baronesa, por sus exquisito gusto exhibidor en su Museo y la felicito por su restaurante a la luz de las estrellas conforme sales del Museo a la izquierda y la animo a que bordee la Costa Azul a sus 72 años bikineros y no le tenga miedo a sus estrías, a sus surcos y a lo que sea.
Se es o no se es.
Es que, mamá – digo que dirá alguien- No es una edad y con su titulo.
Nada hija. Eso son bobadas. Ahí tenías a la Duquesa de Alba que a sus años…
No compares.
¿Entonces?
No. Nada son cosas del verano y de la inanidad misma y a mí no me preguntes más que yo soy inerte.
Querrás decir incompetente.
No . Me confirmo como inerte. La incompetente serás tú.
Como la cosa da para más, les paso a ustedes la continuación de la charla. ¿Lloverá hoy?.