Perfume mágico
Hay que admitir que la Nochebuena ha perdido parte de su significado religioso, como la Semana Santa y otras fechas de acento ritual.
Y de la misma manera que los Juzgados de lo Social han decidido que la llamada “cesta de navidad” es un derecho adquirido, que por cierto se extingue, una pena, cuando la jubilación llama a tu puerta en plan Avon, las fiestas de Navidad, Año Nuevo y Semana Santa también parecen serlo al margen de si eres ateo, budista o seguidor de Visnú.
No hay protestas por ello y se acumulan deseos de consumo y la bacanal gastronómica se intuye y eso los saben los comerciantes que pasan, de un viernes a otro a casi duplicar el precio del kilo de percebes o de cigalas. Cosas.
No solo es la cosa gastroenritica potencial, sino que surge el mundo de los regalos y las cadenas de televisión que están siempre atentas no solo a la información, más o menos sesgada, nos inducen, nos seducen, nos alientan a cualquier hora del día o de la noche a comprar lo último en cremas o perfumes.
Estos productos son la pasión de los expertos en marketing han volcado con sus creativos publicitarios lo mejor de su inteligencia para vampirizarnos.
Yo me fijo en los perfumes. El valor añadido al alcohol está esencialmente en la capacidad de creernos lo que nos ofrecen.
He descubierto, por la vía de la publicidad especifica de la perfumería, que uno puede alcanzar casi cualquier cosa con tal de que la elección recaiga sobre una u otra marca.
Parece que la conquista amorosa se produce casi de inmediato e incluso la persecución por cualquier escenario acaba con el prometido encuentro. La nieve, la montaña, el bosque, la habitación de decoración casi lujuriosa acaba en el éxtasis final.
Yo tengo que dejar aquí la columna. Me voy a comprar un surtido de marcas con sello de perfumistas de teórico origen francés o italiano y me lo pondré, aunque me da un poco de miedo, porque luego tengo que ir a Mercadona a comprar patatas y cebollas.
Puede que muera en el intento y si ocurre eso es obvio que no diré nada, pero si no ocurre, como espero, les contaré como me ha ido. Felices fiestas, aunque siempre nos falta alguien o nos sobra.