EL EMPUJADOR
Madrid es como Tokio, pero en español. Se han introducido en el metro madrileño una nueva clase de trabajadores que equipados con sus manos y vestidos con chaqueta casi roja ayudan a adentrar a los pasajeros en el convoy en las llamadas “hora punta”.
Repito lo de “adentrar!” porque es el caso; en una de las estaciones de la línea 4 (no doy el nombre para evitar dar pistas a los que aprovechando pueden ir a empujar con intenciones) la aglomeración es tal, que ha sido necesario tomar medidas.
Yo no vivo en Madrid y por tanto no tomo, por ahora, la línea 4 y sin embargo no soy ajeno al empujón táctico promovido por los emprendedores que inician castillos y mascletaes antes, mucho antes que antes, o sea demasiado pronto, con objeto de tapar el ruido de las campanas de San Nicolás como fin final y oculto, por ejemplo.
Son unos conspiradores, unos estrategas del cambio y despiste. Por ejemplo tenemos el caso del pregonero de la Semana Santa Marinera funcionando en el Ayuntamiento con nombre, apellidos y cargo por elección tripartiana.
Colectivamente a favor de lo civil e individualmente entregado a la Pasión. Cosas a difíciles de casar. Es la vida misma.
El empujón sobre la multitud tiene varios posibles prismas. ¿Alguien ha examinado al “empujador” por si este fuera un “palpaculs” – figura mítica del que he dado noticia en ocasiones- adscrito permanentemente a las procesiones por la Patrona y de paso palpar nalgas en mórbido estado. Son tipos que están a la que cae.
Alguien, repito, ha tenido la precaución de saber si es posible que se entrometa algún descuidero y en vez de palpar glúteos sabrosos se ha lanzado a buscar la cartera o el bolso del empujado.
Hay muchas incógnitas en este asunto. Yo propongo que se desplace a Madrid una amplia Comisión de Ferrocarrils incrementada por observadores adscritos a todos los partidos políticos para estudiar “in situ” este procedimiento y así estar preparados para cuando la T2 de Valencia esté terminada.
Se les dotará de uniforme y de una sustanciosa dieta a cargo del Ministerio de Fomento y así sabremos que este Ministerio existe.
Deberán mantenerse allí hasta nuevo aviso y de esta forma dejarán más sitios en el Balcón del Ayuntamiento para oír las mascletaes, harán cursos de empujadores en los diferentes Congresos de sus sendos partidos y asistirán a clases de aclamación para cuando sean nominados a pregoneros.