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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

LA RESPUESTA

LA RESPUESTA

            Al parecer las respuestas a consideraciones político religiosas, de hábitos de vida, de conductas alimentarias, son especialmente críticas en un tiempo en el que se diría que el personal está hipersensible. Hay que tener cuidado.

            Puedes no gustar y te persiguen por tierra, mar y aire.

            Viene esto a cuenta del hecho de haber leído, el que suscribe, una contestación de la Sra. Milá, en un programa de televisión conocido, a uno de los participantes, bioquímico valenciano, por cierto, que hacía referencia a la inexistencia de enzimas prodigiosas en la alimentación.

             Y eso a propósito de la lectura de un libro, con un titulo parecido, escrito  no hace mucho y previamente ponderado por la Sra. Milá.

            Como el contenido de la crítica del bioquímico no gustaba a la Sra. esta se despachó con un ” estás muy gordo” y señalándole la cintura añadió sobre  la peligrosidad de su circunferencia. Una falta de tacto, exculpada por la fama de la señora a la que parece que se le consiente todo. Alto señora mía.

            Alto ahí. Eso me toca de cerca. Mi cintura es ostensiblemente redonda y cuando me la señalan directa o indirectamente, como es el caso por alusiones  físicas y virtuales, siempre contesto que es cosa de la guerra.

            Yo me refiero a la guerra civil española donde se pasó hambre y al ser yo mayor, digo que me queda el regusto de repetir algún plato por si acaso.

            Después está el precio de conseguir esa circunferencia. Yo no voy a tirar por la borda miles de pesetas primero y ahora euros, porque a la Sra. Milá, por ejemplo, le dé por estar delgada. Allá ella. Yo soy un liberal y digo que la cintura del otro es muy respetable.

            Lo de la guerra impacta y deja en silencio. Descolocas y luego regateas aprovechando el silencio asombroso del otro.

            La guerra es un concepto terrible y suele dejar perplejo al personal. Nadie se imagina a que guerra me refiero y la cara que le queda a la gente es parecida a la que se me quedó a mi cuando oí decir a un secretario de estado, en una comisión parlamentaria  ayer martes, opinar sobre los inmigrantes, sugiriendo por tres veces que se echan al agua. No están en un deporte de natación.

             Ignoraba el ilustre e indocumentado secretario- al que yo echaría al monte- que es la guerra la que les empuja a salir de su casa o aunque no fuera la guerra y fuera el simple hecho de querer mejorar sus condiciones de vida actuales.

            Lo decía “el pollo” al tiempo que el Sr. Presidente del Gobierno decía justamente lo contrario en una reunión europea.

            Convendría pensar en las respuestas públicas y privadas. Las patadas al alma agrietan el escroto y alteran el metabolismo. Recomiendo  calma, amables lectores. 

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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