DE COMO CURAR EL ESTREÑIMIENTO DE GOLPE
Se sabe lo molesto que es el tener dificultades para evacuar y también se sabe que todo el mundo que está en el ajo te recomienda remedios mil, que suelen producirte retortijones o urgencias; atrás han quedado soluciones o trucos de la abuela como el agua de Carabaña que, mediante la ingesta de una cucharada diaria, permitía regularte en 10 días. Cosa mágica.
Hablas con los más mayores – se sabe, por cierto, que hablar con personas mayores no daña a la salud e incorpora experiencia y arañas un poco de tiempo a la prisa que se lo come todo- y ellos te dan sus recetas mágicas que son muy particulares e interesantes como para merecer una columna especial.
El titular de hoy habla de lo instantáneo, de lo inmediato y lo cuento porque ya se me ha pasado el susto.
A primera hora de la mañana – cada uno que ponga la suya por aquello de la libertad de elección- suena el timbre de mi casa.
¿Quién será? No espero a nadie.
El cartero seguro y es que siempre todos llaman a mi puerta desde el video portero y además este cartero, como en la película, siempre llama dos veces en plan antiguo repique.
Preguntó y una voz seria de cartero importante, siéndolo todos, pero este más, me contesta: “Una notificación del Juzgado de Instrucción”.
Se me atraganta la saliva, se me abren y cierran las carnes – como a las folklóricas, noto un encogimiento del estomago, la vejiga trepita y sostengo el aire bastante para decirle que le mando el ascensor.
Mientras sí o no, pienso a la velocidad del rayo. ¿Ha sido Oriol que se ha querellado, Marzá con el que me meto mucho, Iglesias que se ha soltado la coleta, mi médico que está hasta el prepucio de mi, mi psiquiatra que no soporta mis neuras y ha decidido tirar por la calle de en medio, el Director de este diario que desea amortizarme con escarmiento…qui lo sa?
Ya ha llegado el cartero especial. Me mira, lo miro, nos miramos y yo no digo nada, por si acaso. Me pregunta si soy yo y yo pongo cara de duda, en un sí pero no, y al final me atrevo y me identifico con la boca pequeña.
No era nada. Solo que una procuradora que nombré para un caso de un desahucio de hace años se ha retirado del asunto- se ve que se ha cansado y no encuentran al demandado que por fortuna dejó la casa- y me conminan (el lenguaje jurídico es ininteligible y acojonante al darte unos plazos casi imposibles que, por cierto, luego ellos no cumplen ni con disolvente).
El momento cumbre mío se ha dado cuando he pronunciado la famosa frase peliculera de: “hablaré con mi abogado” y ahora si me perdona…cierro rápido, busco el WC y es cuando pones cara de felicidad máxima, es el nirvana psicofísico y entonces lo llegas a comprender todo…hasta los secretos de la filosofía más profunda. Todo o casi todo se reduce a esto.
Ahora comprendo porque muchos jóvenes y menos decían o dicen “está que te cagas”. Muy buenas.