No tienes tantos amigos como crees facebocista
Eran las dos de la tarde y no llovía café- según una versión libre del cantante Juan Luis Guerra, el alto dominicano que un día llenó las redes y las cinturas de las jovencitas españolas y que ahora se ve que se ha esfumado despacito-; a esa hora mágica llovía cerveza fría y algo de zumo de tomate, sofisticadamente preparado por mí y para mí en un ritual salpimentado, y estábamos unos tertulianos intentando establecer la conexión filosófica de la amistad, como regalo inmaculado e íntimo.
Vano intento. Rafa Mari contó una anécdota atribuida a Delibes o Buero Vallejo, no me acuerdo, en torno a una pregunta, que el periodista de turno le hizo, sobre cuantos amigos tenía y uno de ellos dijo, rotunda y lacónicamente “dos” y cuando Rafa Mari, en su día le hizo la misma pregunta a la racial Nati Mistral- quizás se acordaba de el sucedido, ella contestó “los que pueda atender”. Está bien esa respuesta.
¿Y usted cuantos tiene?
Todo esto viene a cuento porque media comida amistosa nos la pasamos elaborando teorías sobre el concepto y yo, en plan pijo, me acordé de Platón y de un alma para dos cuerpos que creo recordar que dijo que era la amistad. Bobadas platónicas.
Otros del colegio y de la desparecida mili. Somos como los últimos de Filipinas. Las batallitas del abuelo y es que en casa las hemos contado 100 veces y ya cansa. Si las repites te diagnostican demencia senil y pasan de ti. Son un hatajo de hijos de pu…aunque sean tus hijos. Bueno, es la vida.
Otros amigos recordaban anécdotas sobre lo que les pasó cuando la barrera de la amistad se encalla en cuanto surge el dinero, el préstamo, el a fondo perdido seguro y, de repente, pierdes dinero amigo y sonrisa.
El grado alcohólico nos soltó la lengua y se llegó, antes de cambiar de asunto , a reconocer que hay muchos que darían un dedo antes que un euro y también sobre el espejismo de suponer que eso que llaman facebook es un registro real de amistades.
Toca madera. Puede que algunos tengan más de 2000 y luego no se pueden tomar unas cervezas o un zumo de tomate con nadie.
Tengo suerte porque yo sí. Por cierto mis cuentas bancarias están en números rojos…quiero seguir tomando bebidas con o sin alcohol acompañado.
Oiga eso es un acto de cinismo. Si Ya soy como un independista catalán. Dimito antes de que me coja el toro o me llamen, como han hecho con el escritor Gregorio Morán desde la Vanguardia, a propósito de una columna que no le han publicado.
Lea esta mía y pregúntese como está usted de amigos. Muy buenas.