EL PAN CADA DÍA MÁS CARO Y PEOR
(Crónicas de verano)
No hace falta remontarse a la Revolución francesa para saber que el precio del pan ha sido siempre objeto de controversia y causa de disturbios varios.
Viene a cuento de que cada día que pasa veo más franquicias de pan que vienen, en muchos casos, a sustituir sucursales y oficinas bancarias, que digo yo que será por esa extensión de la llamada banca on line. ¡Quién sabe!
Me encuentro con mucha clase de pan y ha desaparecido de esa variedad, al menos yo no lo encuentro, el plan blanco y el fresado y viene a ser sustituido por una mezcla de panes de tamaños y variedades diversas.
Se ve que muchos provienen de eso que llaman masas precocidas y a mi lo precocido no me termina de gustar. Huele a manejo misterioso. A pasteleo y viene a ser como las colaciones de conveniencia.
Este asunto del pan ha sido para mi siempre un asunto social y por eso, robo información y la traslado aquí para mayor gloria de mis lectores aficionados, como yo, a esto del pan, que sé que hay muchos.
Me contaba mi abuela, que era de Rueda, muy cerca de Medina de Rioseco, 11 leguas decían ella, que el pan era un bien que había que cuidar y que cuando se caía al suelo había que besarlo-.
Muchos de los lectores recordarán eso de besar el pan. Una costumbre antigua que estuvo muy en boga en las épocas de la larga postguerra donde la economía doméstica hacía milagros. Sopas de ajo, torrijas etc. Así que he ido a buscar a la enciclopedia universal de moda Wikipedia y encuentro esto
En 1854, una epidemia de cólera azotó el norte de Castilla, diezmando campos y aldeas, y como consecuencia despoblando tierras que precisaban del necesario laboreo para las cosechas. En febrero de 1856, se daba término a la Guerra de Crimea, lo que provocó la caída del precio del trigo que había subido gracias a la necesidad de aprovisionar a los ejércitos y países contendientes.
Por no copiarlo todo, que no es correcto, ni legal, resumo que hubo disturbios y alguna condena a muerte.
MI admirado Raúl del Pozo lo del pan lo describe así.
En’ El Quijote’, tan importante como el vino era el pan y el modo de hacerlo. Los clásicos –Tirso, Lope, Cervantes, Calderón– hablan con más admiración del pan de Gandul, de las aceitunas de Sevilla, del melón de Granada o de los higos de Córdoba que del rey. En ‘Rinconete y Cortadillo’, los pícaros se sentaban alrededor de una estera y sacaban de la cesta un gran haz de rábanos, una cazuela de tajadas de bacalao, medio queso de Flandes, “y una olla de las famosas aceitunas, y un plato de camarones, y gran cantidad de cangrejos, con su llamativo de alcaparrones ahogados en pimientos, y tres hogazas blanquísimas de Gandul”. Esas hogazas iluminan las mejores páginas del barroco. Gandul ya no existe; era un pueblo que abastecía cada mañana a Sevilla con el mejor pan de España -hecho de trigo tan antiguo como la yerba-, pan adorado por los españoles como Dios antes de Cristo.
Lo cierto es que el pan hoy es cada día peor y proliferan las franquicias porque alguien ha descubierto que el pan sigue siendo un objeto, un alimento esencial- pese a las grandes campañas de quienes lo quitan de la dieta porque dicen que engorda. Se está convirtiendo en un objeto de lujo, como los buenos tomates y las extraordinarias sardinas.
Les dejo voy a por pan.