Sucede que ayer me pasé todo el día con una sensación de cansancio infinito, de una especie de sueño que me golpeaba los párpados de forma insistente, de tal suerte que empecé a preocuparme por encontrar la causa.
Desde hace algún tiempo debo ser alérgico a algo o incluso a la mayor parte de todo y cuando digo todo, es eso: todo.
Tenemos el caso de la dimisión del presidente de la Diputación del que se dice que es un tipo honesto y que en todo caso no ha resultado tan buen gestor. ¡Vaya por Dios!
-Eso es otra cosa que corrupto; sobre él han convergido, en horas, con un reacción digna de los mecánicos que cambian en los boxes las ruedas a los bólidos de la Fórmula 1(salvo los de Fernando Alonso, se ve), han convergido decía, las fuerzas vivas y medio muertas de su propio partido el PSPV y los gritos de una oposición que está a la que cae, como supongo que como toda oposición, que debería ser algo más silenciosa o en todo caso menos estentórea (será lo de cómo somos latinos o mediterráneos debemos ejercer y contra más gritemos mejor).
Luego llega el calor, con grados más allá de lo conveniente para un cuerpo humano y cuando notas sobre la espalda el peso de los rayos tiendes a esconderte bajo las marquesinas o buscas el contraste con el frío de algún gran almacén.
Inhumano para cuerpos muelles, como el mío.
Noto que ahora soy más alérgico al calor que cuando era más pequeño y entiendo a mi pobre padre- que Dios tenga en su santa gloria infinita- que no quería venir con nosotros a la playa porque le cansaba.
Siguiendo con esta retahíla potencial de alergias a casi todo, me salta a la vista el vaivén que da la vida.
Me refiero al paso de acampar en la puerta del Sol a presidir Correos o Paradores Nacionales, o formar parte del Consejo de RTVE o de la Agencia EFE, baluartes del Gobierno (preso de sus sevicias derivadas de la minoría de turno) y entrar en las grandes compañías de la mano de Podemos.
Eso sin hacer ningún máster en la Juan Carlos.
Pero cuando he puesto “la tele” he comprendido lo que me pasa.
Es el Mundial. La Patria futbolera que une a las masas me ha llegado al corazón.
La derrota me ha dejado una herida sangrante.
Niños, papás, mamás, primos carnales, vecinos antaño irreconciliables, han sufrido con Egea, contra Egea, han suscrito un manifiesto de odio racial íntimo al Presidente del Madrid por haberles arrebatado, mediante un golpe de mano a la cartera del ex seleccionador Lopetegui y nos ha puesto en manos del digno, honesto, buena persona, sin excesiva experiencia, del Sr Del Hierro.
¿Esto es punible?
¿Es una traición de lesa majestad- que además estaba allí el día de la derrota-digna de quitarle el DNI y expatriar a quien sea? Hombre, por favor.
Ha sido la derrota lo que me ha puesto así. La adrenalina se me ha ido de vacaciones.
Y ahora viene la familia de Franco declarando que no se hace cargo de sus restos si los exhuman. ¡Vaya Julio!
Yo no puedo con todo.
Yo me voy a lanzar al mojito o las margaritas y no como el pijo de James Bond con sus Martinis. Ya lo ha dicho Carmena,-la alcaldesa of Madrid.
Lo de las foods trucks son cosa de pijos.
¿Qué? Usted también quiere que le explique qué coño es eso del food truck. Vale.
Nada del otro mundo, por mucho inglés que empleen. Comida en camiones o autobuses habilitados como si fueran restaurantes. Los he visto aquí en Fallas. Nada, salvo todo, contra esos inventos.
Hoy me quedo en casa más tranquilo. He averiguado lo que me pasa. Es que cada día entiendo menos a este país. ¿No podríamos ser un poco, solo un poco, más normales? Es la democracia idiota, me dicen mis amigos que todavía no saben si soy azul o rojo, blanco o colorado y cuando me lo preguntan digo que “regular”. Debe ser la derrota que me nubla el sentido