LOS INSULTOS
Estos días la palabra maricón ha surgido en las muy honestas y prosopopéyicas bancadas de Las Cortes como si de repente sus señorías se hubiesen dado un baño semántico de barro y una luz cegadora de distracción del personal hubiese iluminado el tiempo.
Con el rancio vocablo extraído de las cavernas conspiratorias, dicen, de las reuniones semilicitas, normales o de segunda mano , digo de segunda mano, porque ni yo, ni los que hablan, estuvimos allí, porque allí, se dice, que estuvieron el exjuez Garzón, el excomisario Villarejo y la actual ministra de Justicia hablando a carajo suelto acerca de la conducta privada del actual ministro Grande Marlasca que allá él con su vida, mientras no afecte a la de los demás en mal.
La ministra reacciona muy mal cuando es descubierta una grabación en la que se muestra partidaria de los “tíos”-cosa que yo como tal agradezco en su mismidad- y usa despectivamente el adjetivo para con el Sr. Marlaska.
Un poco de creatividad hubiera sido preferible. Consulto el prefacio que mi eterno admirado Forges apunta a Pancracio Celdrán, el autor del gran Libro de los Insultos y ofrezco a la Sra. Delgado unos cuantos de la cosecha del humorista. Putiliendre , Inflaescrotos, tertuliano, poliputo, portavoz parlamentario.
Sin duda observo una ligera decadencia de los usos parlamentarios y noto como se exacerban sus señorías que, en algunos casos, no están acostumbrados a soportar críticas y al darse cuenta de que se airean sus trapos conspiratorios entran en ira y conforman caras de asesinato en primer grado parlamentario que vendría a ser el obligar a la oposición al silencio.
Hay mucho merendón, como suele decir un amigo mío de la zona del Bajo Aragón y yo añado que también hay mucho insultón.
La capacidad irónica o de sutileza en el uso del verbo, ha caído en desuso y yo creo que puede tener que ver con el uso mínimo del lenguaje y el poco leer.
Se llama coprolalia (fuente: la del libro de D. Pancracio y lo digo para no plagiar) a la tendencia a decir obscenidades.
Sé que se puede ser obsceno de otras muchas formas. Mentir y poner en boca falsedades. ¡Ojo insultones!