LA ESQUELA
Sucede que en la columna en papel que escribo los sábados en este diario, han tenido a bien ponerme, habitualmente, junto a la página de las esquelas, por lo que soy un lector de mi mismo y de paso de las esquelas.
Veo la edad que tenían ellos y ellas- ellos palman antes que ellas- y me palpo la carita y digo” va de retro Satanás” y luego cruzo los dedos y si tuviera sal en ese momento, la tiraría cruzada por mi espalda.
Eso lleva un tiempo, pero como soy un jubilata ocupado lo hago deprisa. Es un por si acaso.
Leo el nombre por si los conocía, aunque fuera de oídas y otras cosas que siempre se escriben como lo de la bendición apostólica. A mi esto último me gusta mucho porque parece de verdad.
Estos días leo que el ABC de Sevilla ha publicado un artículo en torno a una esquela que resultaba graciosa por una parte del texto que los propios del difunto han puesto. Por ejemplo, se hablaba de una camisa qué se ha llevado al más allá con un paquete de tabaco y rogaban para que se acudiera a misa, aunque él no estaría y que no era de extrañar, dicen, que estuviera en el bar de enfrente. Se ve que era un aficionado.
Mi pobre amigo Paco, ya desaparecido, se ponía lívido cuando se hablaba de estos asuntos y llegaba a levantarse e irse, decía, al WC y comentaba “ ya sabéis…es la próstata”. No pasa nada hombre. Hay que sonreír un poquito.
Les invito a visitar esquelas graciosas o curiosas mediante el sencillo sistema de preguntárselo a Internet.
A mi de siempre me ha gustado la de Groucho Marx cuando en su tumba aparece escrito un “perdonen que no me levante” o la de una señora de Mallorca que dice simplemente. “Me gustaría estar ahí donde usted ahora” o esa otra de “para una vez que salgo en una esquela, no me veo”.
Hay gente que es muy previsora y se lo deja todo por escrito. Yo por ejemplo soy un tipo de esos que lo preveía todo.
Por ejemplo, aún recuerdo, cuando era más pequeño, que un día alguien se asombró porque en una de mis agendas estaba escrito, en un miércoles, por cierto, “Tener un hijo” y es que a mi mujer le tuvieron que provocar el parto ese día y el ginecólogo nos los advirtió una semana antes.
Desde ese día estoy marcado por un “parece alemán”. No sé.
Ahora hago como Simeone con los partidos y ahora todos los entrenadores dicen lo mismo “Partido a partido” y en mi caso es “día a día”.
Sales de casa y no sabes que ONG te pide que te apuntes, que señora está en la puerta del mercado pidiendo limosna diciéndote en un susurro que nunca entiendes y tu no dejas de pensar en la organización que reparte carteles y pobres por Valencia.
Si quieres saber si es verdad te vas frente al Clínico y allí prontito se reparten los sitios, tampoco sabes qué nuevo número de circo te harán frente a los semáforos los chicos que pegan una sudada mayúscula.
La calle en Valencia es un espectáculo permanente.
Si quedas con alguien para tomar un café o para acudir a una tertulia para debatir sobre el cambio climático o lo bien que el conferenciante hace la paella, no sabes si llegarás a tiempo.
Puedes tropezarte con una yayo manifestación- si es así yo me adhiero y no voy a la tertulia-o con unas docenas de taxis que no están de acuerdo con las licencias de los otros y no te digo si vas por la Calle de Colón; ahí estás expuesto a que te arrollen vilmente mediante el sistema de patinete anti peatón, o tres ciclistas guiris que van con cara de despistadas la una junto a la otra, como le otro día frente al Instituto Luis Vives; una señora se tuvo que defender poniendo el bolso por delante sobre el manillar, parando a una de ellas con gran asombro de la que iba en el velocípedo. Nunca se abe que va a pasar, aunque esto es siempre mejor que ver las TV matinales. Por ejemplo, hoy me había comprometido conmigo mismo a que la columna fuera cortita. Tiene ya 723 palabras. Lo siento. Adieu