PICHIAVO
Los artistas de este dúo,reforzado en esta ocasión por otras firmas del grafiterismo actual, han elevado el siglo XIII del Claustro del Carmen a la actualidad y han creado polémica con ese super mural de más de 1000 metros.
El grafiti ha viajado de los vagones de metro, asaltados por jóvenes encapuchados que hacen la revolución de las redes sociales, a los despachos de los tecnócratas adheridos con pegamento político a su cómodos sillones de pontificar.
El acrílico ha tomado la Antigüedad y ha hecho de la misma objeto de controversia y eso está bien porque a partir de la polémica sobre lo que muchos han calificado de violación de un BIC (Bien de Interés Cultural) el Claustro será invadido por un número considerable de visitantes no asiduos.
Cierto que el Claustro perderá intimidad, pero los que lo hemos vivido nos refugiamos de momento en el recuerdo y eso nos permite comprobar que todavía tenemos memoria y estamos vivos.
Nunca ha sido el claustro objeto de la curiosidad de las multitudes y todavía recuerda mi cerebro las audiciones del Evangelio según San Mateo que tenía el placer de escuchar con alguno pintores amigos en un viejo tocadiscos, cuando ni siquiera mi cabeza ignoraba que el tiempo añade plata a los cabellos.
Por entonces mi amiga Rosa y otros, luego destacados pintores, deseaba marcharse a la India a pintar caras y ojos de niños indios que la fascinaban.
No sé si se fue, si vive o no – ojalá si- pero su recuerdo levanta en mi la nostalgia de aquel Claustro lleno de una vida distinta a la de hoy.
La vieja y respetada construcción que albergaba la Escuela de San Carlos dicen que ha sido violada y otros señalan que eso es una muestra de vanguardia.
Todo revela que estamos en un momento creativo, democrático y vivo. No sé donde coño acabará. No sé quien cortará las alas pero sino al tiempo.
A mí nadie me quitará la música sacra que allí sonaba mejor y la ilusión de ver pintados los ojos de los niños indios. Cosas de uno en esta hermosa y barroca ciudad mía.