EL GATO Y EL RATÓN
Asisto más que perplejo al juego parlamentario que parece que se traen los llamados presos políticos, pese a que la constante repetición gobbeliana de “políticos presos” que intenta hacernos comulgar con ruedas de molino, pero del calibre 33; cuando repiten hasta alcanzar la saciedad integral o punto de no retorno(es decir cuando llegas a estar tan saturado que te bloqueas sin llegar a vomitar o morirte de un ataque de risa nerviosa) te olvidas y a lo mejor te vas a la playa.
La presidenta actual del Congreso , en el ejercicio catalanoespañol de sus funciones, ha encontrado una fórmula para marear la perdiz o lo que es lo mismo hacer que el tiempo pase y en ese sentido envía una carta al Tribunal Supremo para que le digan lo que hay que hacer con los diputados que están siendo juzgados como presos políticos.
El Tribunal replica y le señala (interpreto por libre). ¿Qué coño quiere esta señora? Lo tiene en el Reglamento, se lo han recordado algunos miembros del propio Congreso.
¿Pretende forzar la máquina democrática de la paciencia infinita y que Jordi, el de la ANC, vaya a decir hola al Rey en nombre del grupo al que puede llegar a representar?
Toda esta labor de bolillos entrecruzados me lleva a la vieja costumbre de “tirar balones fuera”.
Cerca de aquí, en Valencia, hay un Hospital, el Clínico ,que tiene un asunto que pica. Me refiero a la denuncia repetida de la existencia de chinches.
Un portavoz X señala que la culpa es de los que vienen con ellas, pisos turísticos, visitantes en estado pringoso etc. Estos insectos son unos minúsculos vampiros que he leído que no discriminan raza, color o sexo y cuando deciden quedarse lo hacen.
Una vez sabido que hay chinches procede, además de echar la culpa a una conspiración judeomasónicachinchil , con urgencia desinsectar, limpiar a fondo y dejarse de tocar la mandolina. Remangarse queridos es una actividad singular y especifica que debidamente aplicada da esplendor y sobre todo ,si se aplica a liquidar a las chinches ,quita escozor tercermundista al local, a sus prestaciones, a sus honestos trabajadores y a los doctos galenos que son humanos todos también.