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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

JAVIER EL EMPRENDEDOR

JAVIER EL EMPRENDEDOR

Tengo algunos amigos cuyo nombre es el del titular y casi del titular completo. Son emprendedores, creativos y no todos nacidos bajo el signo de Piscis, que los señala como especiales en eso de la creatividad, y no lo digo aquí porque yo mismo sea miembro de ese clan estelar de los signos zodiacales que coincide con ese animalillo en forma de pez, que también. ¿Por qué no decirlo?

Debe gustarme el nombre más de lo que yo mismo creo, porque a fuer de uso se lo he dado al personaje principal de mi última novela.

Vayamos al nudo de la pequeña historia que quiero contar aquí para solaz, y en todo caso esperanza de los sufridos lectores.

Hubo un tiempo en que quise encontrar la paz fisioesqueletica y di en preguntar a mis amigos médicos que sufren de mis interrogatorios; cuando no es por una cosa es por otra y no siempre tiene que ver conmigo y en secreto puedo decirles que no lo saben todo y que tiene muchas lagunas y errores, lo que no me impide que sí puedo y debo señalar que saben más que yo y que muchos de ustedes y eso da licencia para preguntar.

O sea que pregunté y sin más un día, con aviso previo, se presentó en mi casa un joven que montaba en ligera bicicleta y cuyo aspecto era razonablemente sano y su porte era el que uno supone que debe tener un deportista a juzgar por los modelos que tenemos interiorizados (aquí conviene decir que acepto que cada uno tiene, a lo mejor, un modelo diferente) y se presentó con el nombre ya citado en demasía: Javier.

Ustedes saben que soy dado a preguntar por defecto profesional y porque me gusta mucho saber; a veces caigo en lo descortés porque pregunto sobre asuntos que en puridad no deberían interesarme pero héteme aquí que en este caso me entero que este joven estudia, trabaja y tiene varios objetivos : licenciarse en la Universidad como especialista en Deporte ( ha pasado el tiempo en el que la Universidad del siglo XIX acogía solo a la Teología, la Medicina, el Derecho y poco más) y poder dar clases en un recinto propio que se prolongase algo más en el cuidado de la salud y para todo ello parece que contaba con pocos recursos, con solo sus propias manos que, al parecer, contaban con experiencia en diversos oficios que tenían que ver con el mundo de la obra, de la construcción.

No dije nada y me limité a intentar buscar alguna ayuda que no sirvió para mucho, salvo para animarle en su objetivo.

¿No había, dicen, Amancio Ortega empezado vendiendo batas de “boatiné” para las señoras y mire usted ahora? ¿No se había construido un ordenador en un garaje y aquí los tenemos todos en nuestra casa como imprescindibles? Por supuesto que no aludí a los que se dejaron todo por el camino y de ellos nada se sabe.

A mí se me ha dado bien eso de dar consejos y de impartir docencia y escribir algo, pero en realidad sé muy poco de todo y entre mis amigos- ahora ya lo sabrán todos- se sabe que intentando cambiar un grifo terminé rompiendo el lavabo. Un auténtico desastre.

En cuanto a mi me sugirió y enseñó lo que tenía que hacer con mi cuerpo y mis posturas. No he seguido sus instrucciones y así me va con lo riñones etc. No sigo. Yo no he venido aquí a hablar de mis miserias, sino de Javier un joven que ha emprendido un camino, con su título universitario bajo el brazo, de preparar durante meses un local.

Pero como esto no es, ni quiero que se piense así, una columna de publicidad encubierta, porque para eso tiene el servicio del diario a su disposición si se quiere vender él y su local- solo decir que la semana pasada me puse las botas asistiendo a un ágape canapesítico en Equlilibrium- ese es el nombre que le ha puesto a su deseo hecho realidad. Y no digo más.

Era solo un modesto homenaje a un joven que es un ejemplo de los que hay en España. Hay muchos jóvenes que como ´él, trabajan, buscan, se mueven y que solo requieren un poco de ayuda que sobrepase su propio entorno y familia y que cuando se asomen a las Instituciones sean recibidos con respeto, ayuda etc. A ver si esto cala y con subvenciones dirigidas a nuestros jóvenes vecinos los impulsamos y de esta forma evitamos que se vayan Francia, Inglaterra o quien sabe adónde. Muy buenas.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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