P, su marido y Greta
Un día antes de la llegada de Greta, la niña sueca embajadora del clima malo a bordo de un catamarán. Embarcación hecha con plástico capaz de resistir las olas del Atlántico Norte y los cambios bruscos de la temperatura del cielo y el mar, equipado con dos Potentes motores Diesel, por si se encuentra con calma chicha y supongo que, con cobertura situacional controlada por satélite norteamericano o europeo, vaya usted a saber, propiedad de esos cerdos consumistas que ejercen la dictadura de la tecnología.
Digo que un día antes de su arribada a Lisboa, P, conocida actriz del celuloide, podía – digo yo porque yo no estaba allí y por tanto esto es pura especulación maniobrera de este modesto columnista que no se manifestó en Madrid Central- podía ,digo, mantener una hermosa y familiar reunión acerca del papel que cada uno podía y debía representar en esa manifestación que va de 15 mil participantes, según la Policía local del Madrid romperasgero, al medio millón que señala la Organización manifestoclimática.
Es obvio que alguien cuenta mal y también puede ser que los organizadores llevados por el ilusionante viento de la esperanza verde hayan sumado a todo quisque que había inundado Madrid aprovechando el ateo puente constitucional con sabatina de por medio.
Llevados por esa coyuntura, miles de individuos descansados, recuperados del Black Friday buscan churros en San Ginés y acaban despistados en la arteria principal por do discurren los climáticos. Ahí le duele el cálculo de asistentes.
Vuelvo a la reunión de P con el actor de Jamón, Jamón y le dice: Yo no puedo ir a la manifa, yo tengo que rodar un spot para recomendar volar al Caribe y sé que no te gusta, pero, cielo, es un pastón y eso nos permite llenar el depósito del Lincoln. Tú mañana vas, te pones a la vera de la nena y luego insultas al alcalde, que eso queda de puta madre, eco logísticamente hablando, y luego al final acuérdate de pedir disculpas atribuyendo el asunto al calor de la emoción climática.
Por la noche todo habrá acabado y nos vamos al Palace donde tenemos una cena con los del clima.
Y nada. Greta a su casa, los del clima a toda pastilla en Ifema y en sus hoteles 5 o 4 estrellas según escalafón y yo acabando la columnita intentando poner a parir a tanto idiota, entre los que me incluyo, llevando el plástico a aquel contenedor, el vidrio al otro y la cosa orgánica al marrón, que este es nuevo y el recibo de la luz que lo suben por un impuesto que se ha sacado de la maga el que está en funciones. Porco governo