CARTA A D. JULIO ANGUITA POR UN POSIBLE CONVOLUTO
Es el caso, D. Julio, que yo siempre le he admirado mucho por su forma de expresarse y por el giro califal que le ha dado usted a su discurso público desde su bendita, monumental y hermosa Córdoba, una sultana es lo que es Córdoba, digo yo. Un giro sonoro , barroco, hasta quevediano insinuaría yo, dejando atrás matices ortodoxos.
Caí rendido a sus pies verbales cuando echo usted mano del latín y nos llevó hasta el convoluto y dejó usted a media España en busca del Diccionario para enterarse que, además de ser una terminología botánica de mucho prestigio enrollador, por su condición de protector de la planta.( En la vernación, se dice de la hoja que se arrolla longitudinalmente formando un tubo) observamos , quisimos entender, que se refería usted al enrollarse, taparse con alguna capa de combinación corrupta y su bandera era la lucha contra esa maniobra burda, pero de general uso .
¿De quién o quiénes hablaba usted querido maestro verbalizador?
Héteme aquí que me ha venido a la memoria, a raíz de la noticia, o el bulo-vaya usted a saber que ahora lo que se llama fake a lo que siempre se ha llamado falso- de que su otrora discípulo el Sr. Garzón, parece que se va a alzar con un Ministerio, que me suena a concesión que su otrora solicitante, dicen, Pablo Iglesias, le ha otorgado magnánimamente.
¿Es acaso una vieja venganza, por no haberlo atendido usted en aquellas peticiones que sonaban entonces a descaro?
La vieja formación izquierdista, aguerrida en su minoría y aferrada a sus broncíneos principios, estará retorciéndose de dolor nostálgico y todavía más: no hace mucho le oí a usted decir, mis oídos si hablasen lo confirmarían, citar al viento del Sur para que llevase su arenga más allá de siglas confusas y cambiantes de que había que votar” a los más honrados”. Era una voz en el desierto.
Con su acento que se afinaba en andaluz, al elevar un tono, o más, el sonido, llegué a entender que parecía una llamada desesperada.
Ya no se trataba de recuperar del silencio vencido, del oprobio minoritario, a la tradición luchadora por el más débil , al menos en la doctrina igualitaria que una cúpula decía mantener, se trataba una vez más de luchar contra el convoluto.
En la marea alta de las corruptelas se han ahogado las creencias, se ha dejado en la orilla el equipaje ideológico y se navega solo a favor del egoísmo.
No es tarde para volver, digo yo…aunque el corazón doliente de usted tiene las cicatrices del luchador. Era una idea que pasó volando por mi memoria.
Esta nota-carta-es una columna oxidada desde el origen y sin embargo la esencia de aquella gramatical denuncia pervive. He tenido mucho gusto en poner en su conocimiento tal desfachatez posible como pago a una traición. La muerte prematura de Izquierda Unida.