ESPERANDO EL PICO
El desconcierto me inunda ante la avalancha constante, progresivamente dirigida a anestesiarme, de datos y más datos relacionados con la pandemia. Espero el pico que se ve que coincide con el máximo de contagios.
Observo, con interés como los responsables públicos y algunos medios, afines ideológicamente, han entrado en una especie de liga comparativa. Es la Champions del corona.
Dicen cuanto mejor o peor estamos en España relacionados con Italia, con China y llenan pizarras donde se cuentan por miles los muertos, los contagiados y cuantos se han curado.
Enseñan pasillos llenos de personas que pasan horas y horas esperando a ser recibidos, valorados y hospitalizados o enviados a casa a seguir allí un proceso incognito.
La comparecencia casi diaria del Presidente del Gobierno y el plasma (un plasma del que abjuró cuando estaba en la oposición) explica lo bien que se está llevando el tratamiento de esta alarma, ofreciéndonos de paso una retahíla de buenas gestiones que suena a discurso electoral vacío.
La otra cara de la moneda es la realidad, que es tozuda. Parece que el conocimiento de este “corona” se remonta a Febrero, pero las llamadas “autoridades científicas” (término que se usa mucho como escudo protector) no pusieron el acento en la necesidad inmediata.
Había que seguir el ejemplo de China (! pero estaba tan lejos China!) olvidando que la actual composición geográfica del mundo resulta antigua, en la medida que la globalidad del mundo es un hecho.
Lo que ayer le costaba a Marco Polo meses para llegar, hoy unas horas de avión, dos semanas de tren o barco repleto de contenedores deja a China cerca de la casa de uno.
Ahora se inicia una campaña general de buena voluntad universal donde muchos ofrecen ideas, se hacen voluntarios, se extreman los ofrecimientos y las compras erróneas. Mucho ofrecimiento.
Hay dos detalles como posible reflexión.
La campaña de la renta, a fecha de hoy, no ha cambiado su calendario y Doña Carmen Calvo y el abogado Baltasar Garzón evitan la sanidad pública y se hospitalizan en la clínica Rubor Internacional. Bueno. Eso son los hechos. Pensemos. Hay demasiadas dudas sobre la responsabilidad y alguien ha de pagar.