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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

DIARIO DE UN ENCIERRO (12,13 Y 14)

DIARIO DE UN ENCIERRO (12,13 Y 14)

Como quiera que el tiempo se me ha ido de las manos y estoy tocado por la ampliación del confinamiento y por las noticias de posible nacionalización que el Sr-Iglesias, semi anunciada, comprenderán mis lectores que he de sacar fuerzas de flaqueza de mi reservorio de risas y ver por donde le meto mano a este encierro escrito y pensado para entretener al personal.

He leído que el Sr Gao, un experto doctor chino formado en Oxford y Harvard, decl,ara, en la prestigiosa revista Science. que es un error no ponerse mascarilla y sin embargo la OMS señala que no hace falta, si no tienes síntomas.

Los listos no se ponen de acuerdo y yo me mareo.

Creo que me pondré la mascarilla (tengo una usada) los días pares y los impares iré con la boca a pelo o mejor no iré a ninguna parte, sobre todo `porque no tengo perrito que me ladre y los del super me lo traen a casa, eso sí, con 6 días de retraso. Menos da una piedra.

El pánico general del respetable, las incoherencias de quienes se pasan la palabra unos a otros en las comparecencias televisivas del Comité técnico, salpimentado por el presidente hierático. me llevan a no saber a que carta quedarme y decido auto diagnosticarme.

¿Tengo síntomas Carlos? Me pregunto a mí mismo.

De inmediato me voy a hacerme unas pruebas personales en el comedor de mi casa.

Me parece más elegante y menos aparatoso que hacérmelas en el baño ¿No les parece?

Hago esta pregunta para que participen. Es el periodismo interactuador.

Recordemos los síntomas que nos han metido a fuerza de repetirlo: Fiebre alta, tos seca, fatiga por no poder hacer llegar el aire al fondo de nuestros pulmones (no van a ser de otro, que entonces sería un boca a boca) y en ocasiones diarrea,

Voy a por la fiebre.

Me tiro el rayo azul que sale de un termómetro chulísimo que me compré hace algún tiempo y es el que emplean en algunos hospitales que han sobrepasado le frontera del mercurio y el ponerte el termómetro bajo la axila.

Hubo un tiempo en que dio por comprar artilugios mecánicos médicos. Siempre tengo escondida mi vocación de medico como la tenía mi compañero Carlos Sentí Esteve que además de periodista quería ser médico y lo fue. Yo lo admiraba mucho y espero que esté bien asentado en el Cielo.

Le he llamado indebidamente compañero. Yo era un mozalbete aprendiz colaborador en un programa de Radio Nacional que se llamaba Hora 15 y en ese programa llevaba los sucesos y coincidí con mi amigo, el ex director de Radio Nacional y eminente psicólogo y profesor Antonio Sanfeli,que que hoy disfruta, como yo, de la jubilación (que espero no nos joda el corona, el presidente y el vicepresidente).

Ya me he ido. ¿Dónde estaba? ¡Ah! En la fiebre,

Me asusto porque marco 35,6 y en alguna parte había leído que de esa temperatura para abajo estaría al borde del caos orgánico, así que me vuelvo a tirar el rayo y ya marco 36,1 lo que quiere decir que el rayo oscila y yo no estoy muerto todavía, y eso me hace suspirar en profundidad y caigo en que de momento no tengo problema para insuflarme aire hasta el fondo. Así que me insuflo a fondo y hago un ruido enorme.

Mi mujer se asusta. Estaba escribiendo ella y me vino a ver porque el suspiro fue de gran magnitud,- como si fuera un terremoto de 4,5 de la escala del Sr. Richter (estos nombres extranjeros no se me dan bien, pero ustedes me comprenden seguro). No pasa nada. Creo que la he asustado porque parecía (evito decir último suspiro).

Se aleja y creo oír que decía: “No tiene arreglo”. Puede ser.

De tos (otro de los síntomas) voy bien, es decir que no toso ni tos seca , ni húmeda, ni entrecortada al bies ( esta del bies es una tos que mi madre llamaba así ,porque yo tenía la costumbre de toser por un lado de la boca nada más y eso causaba extrañeza, aunque mi madre jamás, cundo venía una visita, no me hacía toser para que la gente lo viera, era prudente y no como otras madres que hacían bailar o tocar el piano o enseñar la pantorrilla a las visitas para que se viera que le daban bien de comer.

Son costumbres de las gentes del pueblo llano…aunque no serían del pueblo llano cuando les hacían tocar a Mozart o Brahms que resulta que el tal Brahms, por cierto, estaba enamorado de la mujer de su maestro Schuman y sufría mucho y por eso componía esas melodías románticas…pero que estoy diciendo- escribiendo. No toca eso aquí.

¿Será que se me ha subido la fiebre sin darme cuenta, porque lo que he escrito hace un momento no tiene nada que ver con nada?

Debe ser el jodido, con perdón, confinamiento.

Se me ha inculcado de pequeñito el no escribir o decir tacos, pero oiga yo escribiré algún taco y sin embargo otros, léase el Gobierno cometen errores muy serios y ahí si que sería para decir todos los tacos del mundo que estuvieran o estuviesen en el Diccionario y aquí estamos confinados por nuestro bien.

Sigo sin afrontar la gran revolución personal de los álbumes de fotos y me acuso de volver a la adolescencia y a Amparito (no voy a repetir aquí lo de Amparito porque ya lo he contado y si alguien tiene el gusto de saber que es, puede verlo con el solo hecho de acudir al digital de LAS PROVINCIAS y al apartado de Blogs donde un servidor y otros contamos cosas con el consentimiento y paciencia de la dirección).

Bien. Estoy cerca de las 1000 palabras. Pienso que si adelantará tanto en mi nueva novela la acabaría antes de la retirada del Ejercito de las calles. Recomiendo moderación en la ingesta de noticias, Hay que defenderse de las redes sociales y de uno mismo. Mañana más… a lo mejor.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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