LAS DUDAS

Hace unas cuarenta y ocho horas la Policía daba cuenta de la existencia de cerca de un millón y medio de cuentas en las redes sociales que son falsas.

Destinadas a la difusión de noticias falsas, eso que se ha dado en llamar modernamente “fake news”, en español: bulos.

¿Cuál es el objeto de esas actividades?

Se trata de erosionar  la capacidad del Gobierno para resolver la crisis progresiva que vamos sufriendo y difundir como hechos, casos que son inventados y que contribuyen a enrarecer el ambiente y a sembrar de dudas, de zozobras y ,en algunos casos, de pánico, las almas de los pobres ciudadanos que salen a los balcones a las ocho de la tarde a homenajear a los que, en cumplimiento de su deber, lo sobrepasan y dan algo más de si ,entrando en ese instante en la categoría de solidarios.

Esos bulos que nos parecen ciertos crean un estado de duda que se acrecienta con el paso de los diferentes estados de alarma y condiciona la conducta.

Existen varios estadios de duda. Una puede ser acuciante. Es la que no te deja vivir en el día a día y que te impulsa a suponer que habrá, por ejemplo, un desabastecimiento de alimentos y te empuja a un ligero acaparamiento, al oír que hacen falta cien mil trabajadores para recoger las cosechas.

La propia falta de brazos para evitar que se pierdan, se pudran sin ser recolectadas. Es la política errática de permitir cobrar subsidio y salario al mismo tiempo, en el caso del trabajador del campo en estas circunstancias. Es dudosa la decisión que queda sembrada. Es una duda latente

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Otra duda es persistente, fruto de los cambios en las decisiones del Gobierno que puede estar fundamentada en los datos de las compras masivas de mascarillas, en test aparentemente fiables que luego no lo son. ¿Es cierto o es un bulo?

Otra duda reside en algunas de las medidas profilácticas en el uso o no de mascarillas. Es la propia OMS la que día sí, día no, cambia la recomendación de su uso generalizado. Me asalta la duda. ¿Se puede mantener este estado de duda obsesivo?