ESQUELAS
Se da el caso de que mi amigo Javier me ha enviado como idea central de esta columna una nota repitiendo una esquela que tiene como diferente algo, supongo, que es la realidad que compartimos todos y es la de no morirnos nunca o todavía.
Se trata de un señor, no es correcto poner el nombre, ni la edad etc. al que su familia le ha insertado en el principio de la esquela “Ha fallecido, muy a su pesar” y eso también me ha llamado la atención.
No es el único ni el primer caso para mí y puede parecer que tengo un cierto morbo, que no niego, en parte por mirar nombres y edades, por si conozco a alguien y me lanzó a elucubrar, aunque mi mujer tiene una frase para esto del morirse, al margen de la dolencia, la edad y es que cuando le comento alguna de estas desgracias me contesta con seriedad y concisión “es que le había llegado la hora”.
Sucede por otra parte que la columna que escribo cada sábado en Las Provincias bajo el nombre de “La Chispa” ,suele estar emplazada en la página anterior a las esquelas y yo siempre me digo “por lo menos los familiares del finado me leerán” aunque no siempre los obituarios son nacionales, provinciales o capitalinos y tiene que ver con algún personaje ligado a la música, la literatura o el cine y ahí ya me hundo porque difícilmente los amigos o los familiares del finado acertará a compra este honesto diario en Nueva York-todo se andará- o en Virginia que a mí me gusta mucho el nombre y lo que he leído sobre ese territorio y además hay una vieja película llamada “·el virginiano”. Manías de uno.
Las esquelas son de todo tipo.
Por ejemplo aquellas en las que el finado es un tipo relativamente importante en su “abandonada a la fuerza profesión” y quien encarga la esquela se lanza a ponerle profesión, títulos y demás parafernalia con lo que parece que más que se ha muerto ese señor, se ha destacado el papel de sus sucesores y hay una lista larguísima, si es el caso, de nueras, yernos, nietos y en último lugar un recuerdo para su fiel no sé quién y es que tiene que ver con una persona que estaba empleada del hogar desde hacia mucho tiempo y que a lo mejor ha visto nacer a muchos de los que allí figuran y hasta pueden poner el mote cariñoso por la que se le llamaba.
Cosas de la vanidad humana que no tiene parangón o como decía mi abuela “no tiene número” refiriéndose a algo que no cabía en sus entendederas.
Estos días me ha tocado saber que alguien nos ha dejado y digo que me ha emocionado porque sin ser “de la parte” ,como solía decir ella, en el sentido de ser familia directa, yo me había esforzado en intentar unirme para llegar ser “de la parte” y creo que lo estaba consiguiendo.
Bueno me voy.
Hoy no he visto las esquelas, pero me hace gracia ver que si sigues más debajo de donde salen, en digital, siguen los anuncios de un supermercado que te dice que te lleva la compra en una hora a casa.
Cosas de la vida que te devuelven a la realidad.
Espero que todos ustedes se encuentren mejor, o mejor, bien y es que nos van a volver locos con tanta orden, tanto cambio y a veces pienso que además de no saber gestionar es que nadie sabe nada o muy poco de este asunto del COVID. A pasarlo bien.