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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

UN DÍA HACE 63 AÑOS

UN DIA DE HACE 63 AÑOS

Comprendo que hoy la actualidad pasa por tener en cuenta los pasos que los políticos dan para aprovechar los estados de alarma y “colar” algunos decretos ley o proponer cambios en los estamentos del Estado y sé que la marcha imparable del COVID19 resta ánimos y suma cierres de negocios que, ante la imposibilidad de sacarles rendimiento, se ven obligados a cerrar. Lo sé. ¿Cómo no saberlo si nos afecta a todos?

Me ha llamado la atención el ver como en PARIS, Lyon etc. se ha decretado “el toque de queda” y rememoro la segunda guerra mundial.

Voy a volver a la Valencia de hace 63 años, cuando yo tenía 17, y lo hago porque ayer 14 de octubre lo tengo grabado en la memoria histórica, en la mía, y supongo que también en la de aquellos amigos de mi tertulia que me han enviado fotos, videos etc. de aquella riada.

El río Turia pasaba cerca de mi casa y cuando éramos más niños bajábamos a pescar o cazar, no sé muy bien como llamarlo, ranas entre la maraña de cañas que rodeaban el pequeño curso del agua inocente que por allí corría cerca de la Iglesia de Santa Mónica.

Unos días antes una especie de gota fría- que no sé tampoco si entonces se llamaba así- cayó sobre la cabecera del río más arriba en la provincia de Teruel y el día 14 de octubre nos despertamos con un río que no parecía el de la caza de ranas de hace poco.

Nos asomábamos al petril del puente ,sujetos por una atracción hipnótica viendo como lentamente el agua aumentaba su caudal y alcanzaba cotas nunca vistas por nosotros y seguía subiendo hasta sobrepasar los ojos de los puentes que estaban ,por cierto, casi tapados por la maleza y veíamos como pasaban ante nuestros ojos enseres, algún animal muerto y grandes trozos de cañas y fango, conformando una pequeña isla que no podía pasar por el ojo correspondiente del puente de Serranos, en mi caso ese era el puente que yo miraba, y allí se quedaba obstruyendo el normal, o anormal ,discurrir de aquella corriente insólita que empezaba a dar miedo.

Fue esa noche cuando llegó una segunda oleada de agua que terminó de desbordar el cauce, llegando a dos tercios de la ciudad de Valencia y las calles se convirtieron en piscinas, el agua corría como si siempre hubiera tenido como hogar la Calle de las Barcas, la Calle Serranos y tantas y tantas calles.

En mi memoria los camiones de la Armada repartiendo pan a la cola, a la que nos mandaban nuestras madres, para recoger de manos de los soldados ese bien tan preciado.

Una ola de solidaridad cruzó España y recuerdo a radio Murcia, en un programa que duraba 24 horas, recogiendo ayuda para nosotros que en dos días habíamos pasado de ser una Valencia- Levante dicen ahora- feliz a una zona devastada recorrido el aire por lo que el NODO llamaba autogiros, llevando y trayendo víveres. Ayudaron también los americanos de un portaaviones que estaba cerca.

Surgió lo que todavía se conoce como la quinta del barro. Soldados y soldados con sus palas y algunas enormes máquinas empujaban las toneladas de cieno.

Las jovencitas de los colegios, Caritas y la Cruz Roja instalaron campamentos en Viveros para hacer paquetes y 4 ministros enviados por Franco tomaron nota directa del desastre.

Hoy el río ya no pasa por el mismo sitio y yo todavía conservo los sellos del llamado Plan Sur para dar al Turia otra salida por si fuera que volviese de nuevo aquel temporal. No sé.

Los muertos, dicen que 77, no tienen tumba y solo se me queda un refrán valenciano que, como casi todos los refranes, aciertan “A la vora del riu no faxes niu”- más o menos y pido perdón por si he cometido algún error gramatical y menos mal que no soy médico que ahora dicen que no puedes ejercer aquí si no sabes valenciano.

Más idioteces no puedo aguantar…pero así se ve que se ganan el sustento quienes inventan estas paletadas, de paleto; yo me conformaría con que hubiera más médicos, mejores centros de salud y que pusieran más teléfonos `por ver si alguien se puede poner cuando llamas. Conozco a alguien que lleva intentándolo desde el mes de agosto, yo mismo, y no hay manera.

Vuelvo a la riada. No sé cuántos muertos hubo, pero muchos en la zona de Nazaret.

Hoy Valencia es otra cosa y algunos jóvenes no miran el río y los niños no cazan ranas entre la maleza. Los jóvenes organizan fiestas en Colegios Mayores y obligan a cerrar las clases presenciales en el Politécnico. Irresponsables e imbéciles. Espero que no llegue el toque de queda, en plan París aquí. Mucho gusto y gracias por leerlo si fuera el caso.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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