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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

PARIS APAGADA

PARIS APAGADA

Felicito a Victor Soriano por sus crónicas de un Paris histórico y debidamente documentado en este soporte digital que nos ayuda a contar cosas.

Me gusta leerlo porque me ayuda a recordar y eso, en este caso, me es muy grato.

Cada paso que da me lleva a rememorar los míos y ahora recuerdo los Campos Elíseos cerca de la Navidad con sus árboles, no demasiado grandes, llenos de guirnaldas y encendidas las bombillas de color anunciadores de la festividad.

Una explosión de luz no solo en ese paseo y en los edificios o calles, fruto de Haussmann cuyo urbanismo tenía como idea fija el que los batallones de soldados se pudieran desplegar sin nada que detuviese su avance, como ya había ocurrido en otras ocasiones en áreas próximas donde las calles estrechas eran una trampa.

He ido relativamente bastante a esa ciudad y no solo por vacaciones y ahora me entero de que la han apagado.

Cada vez que voy visito la tumba del soldado desconocido y me pongo a repasar los nombres de las batallas ganadas por Napoleón, esculpidos sus nombres en las paredes del Arco de Triunfo y creo recordar, que aparece Bailen como ganada- no estoy seguro y le pido a D. Víctor que si él lo sabe nos lo diga.

Imagino hoy un Paris apagado. Un Paris que, de momento, ha perdido su condición de Ville Lumiere.

La luz sirve para resaltar, para hacernos ver lo que de día no es posible, el color cálido y el enfoque de las lámparas hacen crecer los monumentos y en esa ciudad son muchos.

Los obeliscos, la Opera, La Madelein están, dicen, a la sombra de su propia monumentalidad y pueden parecernos fantasmas varados en un mar de oscuridad.

Desde la Plaza del Trocadero los patinadores jóvenes, al caer la tarde no verán el espectáculo del Campo de Marte y a lo mejor lo que si dejan son los focos móviles de los bateux mouche desde el Sena recorren las paredes grises de la Gendarmerie o la misma Notre Dame.

Claro que, ya sé, que hay otros distritos menos glamourosos donde la falta de iluminación no hará mella, ya que salvo las farolas no tienen nada que iluminar.

Ahora se está poniendo de moda el “toque de queda”. Una moda brutal que genera un escenario vacío, lejos del romanticismo posible y por eso y si de mi dependiera la noche de Paris volvería a ser encendida como un faro de esperanza, de creencia en la restitución.

Seguiré la pista que nos ofrece mi compañero “in pectore” en este digital. Gracias

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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