LA MANO ROBÓTICA

Una vez más el Japón evidencia un cierto grado de soledad individual. Acaban de desarrollar una mano que tiene como objetivo el parecerse a que estás paseando de la mano de tu novia- y debe ser un sucedáneo por no tenerla y de hecho se anuncia así.

La mano tiene el tacto de una mano de verdad y responde a ciertos estímulos como el apretón. O sea, tu aprietas y la mano te aprieta y hasta simula en algún momento un cierto sudor, como si de verdad surgiese por ir de la mano demasiado tiempo.

A mi no me extraña que eso pase en un país que hace años ya tenía una agencia que te alquilaba familias o individuos que hacían el papel de hijo o de tío o de abuelos.

Imaginemos que yo necesitara una abuela o una tía soltera.

Buenos días (en japones claro) soy fulano de tal y quiero para esta tarde una abuela que haya vivido la segunda guerra mundial y sepa mucho del Emperador y la quiero de seis de la tarde hasta las ocho.

Muy bien señor (siguen en japones no olvidarlo) veremos en nuestro fichero y le llamaremos al teléfono que aparece en pantalla; por cierto, aparece usted como cliente nuestro y su ficha pone que en dos ocasiones contrató una familia de cuatro miembros para contemplar la apertura de las flores del cerezo.

Si, sí. Aquello estuvo muy bien y lo contemplamos con muchos estilo y gusto y hasta el pequeño que venía en el lote se durmió. Si. Confío en ustedes. Luego uno de los miembros- la que hacia de madre- preparó té y contó una historia de un Samurái al que no le gustaba el té y tuvo que defender la libertad del Samurái al que le gustaba el whisky, más que la nata a un soldado extranjero( americano para más detalles que quería casarse con una Geisha y que se había aficionado tanto al estilo de vida nipón que se pasaba horas escuchando a Madame Butterflay y lloraba mucho en el solo de despedida. (aquí pausa de cortesía con inclinación)

Lo cierto es que seguramente repetiré, pero con otra familia que a la anterior la tengo muy vista.

Estos curiosos ejemplos nos dan idea – ya lo decía Freud- que ese asunto de la soledad no se cura mediante el onanismo, que es un vicio que, decían te pasaba factura en el temblor de piernas además de ir al infierno- según los jesuitas, que han investigado, en plan confesionario, el asunto.

Lo nuestro, o sea aquí en Valencia, o en el otrora Levante feliz, la cosa es más social. Suele ocurrir que pese a las mascarillas o el distanciamiento la voz en tono alto, altísimo, suple la carencia de espacio.

Coincidí en una terraza de la Malvarrosa hace dos días con un numeroso grupo de matrimonios entrados en edad y carnes- como yo mismo. y sentados- como eran más de seis se hicieron con dos mesas e intercambian risas, cantos y selfis a cierta distancia. A estos compatriotas – saludé con la mano en el pecho que ha puesto de moda Sánchez, copiando a Macron- (en realidad ya lo había pintado Velázquez, véase en El Prado) a estos señores que cito no les hacía falta ninguna mano robótica,

Yo me acerqué y haciendo uso de mi condición de periodista de campo (o sea cotilla) me presenté y me acogieron del mil amores y me ofrecieron una mistelita y al preguntar que estaban celebrando, me dijeron que nada o mejor si, que estaban vivos y me corroboraron que lo que hacía falta era mucha “germanor”.

Lo siento por el Japón. Tan disciplinados y trabajadores. Yo siempre los imagino gritando Banzai mientras se lanzan, suicidas, sobre los portaviones americanos.

Claro que por la edad voy para atrás y me parece que esto del Banzai me viene de cuando coleccionaba cromos de una colección llamada Hazañas Bélicas. ¿Será esto el principio de la demencia senil?

Un hijo mío dice de mi que hablo raro. Es que empleo mucho el gracias y el por favor y es cierto que eso ya es muy raro.

¿Dónde estábamos? ¡Ah! Con esa mano siempre podrán rascarse la cabeza a dos manos.

Creo que esos extranjeros son unos pervertidos. Vaya usted a saber para que emplearán ese sucedáneo de mano de novia. Siempre pensando en lo mismo.

Todo es una pequeña salida de tono viral y supongo que ustedes sabrán perdonarme por este y otros dislates. Muy amables