YO SOY LA CONSTITUCIÖN
Puede parecer pretencioso, pero no lo es.
Es cierto que un grupo de prohombres, algunos elegidos y otros nombrados a dedo, se reunieron en torno a una mesa en el año 78, o sea hace 42 años y yo ya era español- de hecho, lo he sido siempre por haber nacido aquí- era talludo y con juicio bastante para entender que aquello era un gran paso para alejarnos de algún tiempo que estaba salpicado de luces y sombras.
Muchos habíamos olvidado el primer tiempo de la posguerra, que ese era particularmente oscuro; mucha gente no quería más que sobrevivir, que comer y vivir en paz, ajenos a los movimientos de una política típica tras una guerra con un vencedor que disponía del país como de una propiedad particular, privada y que hacía y deshacía a su antojo, rodeado de una corte de fieles, dispuestos a morir con tal de seguir “arriba del machito” con sus prebendas y privilegios. Algunos la llaman ideología y se parecen mucho a los de hoy. Mucho trincón ayer y hoy.
Hace un par de días se celebraba eso que se ha dado en llamar Día de la Constitución y que conmemora el tiempo menos oscuro de la llamada Transición.
Y es que pasamos de un espacio ideológico casi incognito y parapetado en el silencio a otro, donde se empezaron a oír voces que antes aparecían secretas y peligrosas.
Todos los que entonces estábamos en uso mediano de la razón aplaudimos aquel tiempo de luz y libertad con tropezones y en ese tiempo los que hace un par de días denostaban ese periodo, o no habían nacido o estaban mamando de la teta de su madre y ahora hablan como si ellos hubieran inventado la democracia y escupen sobre la Constitución aquella, que tenemos hoy como garante; se escandalizan porque nos agarramos a ella. Se orinan, un término que es menos coloquial que decir se mean, que es más brutal y populista- sobre ella muchos de los actuales detentadores de poder que lo detentan gracias a esa Transición. Bien.
Yo tomo nota como decía Paco Rabal en aquella serie que encarnaba al torero Juncal. Lo que hay es mucho palomo cojo entre los que discuten la conveniencia o no de seguir con ese marco constitucional o inventarse otro (que por cierto es una idea legitima para la que, por cierto, hay previsión sin necesidad de alterar el orden que en su día nos dimos). Que no pasa nada.
Yo he titulado la columna de forma un tanto orgullosa e individualizado en mi lo del tiempo de todos, los que contribuimos a “fabricar” ese marco de convivencia.
Y digo que yo soy la Constitución, al reflexionar en este tiempo pandémico acerca de quién va a venir a cenar en Nochebuena conmigo- ¿Cuántos allegados tengo? Repaso con lápiz y papel.
Recorro la tradicional piel de toro. Me voy al Norte. Tengo allegados en Galicia con mi amiga Carmen, en Vitoria con el padre de alguna alumna mía, en Cantabria, pese a Revilla y sus anchoas pero que me hace gracia, en Navarra , en Aragón y me acuerdo de mis tíos, mi mujer, en Barcelona con mis compadres, en Valencia, Castellón y Alicante que siendo una misma Comunidad tienen sus diferencias y sigo por abajo muchos rincones , hitos de recuerdos imborrables, llego hasta Cádiz, paso por Sevilla, por Granada, por Jaén y subo a la tierra de mi padre, Extremadura, hago un giro y me detengo en La Alberca, sigo hasta Salamanca y allí disfruto de la compañía de algún amigo jesuita, y llego a Madrid, la nueva acosada, por Toledo y me acuerdo de Ruiz un amigo de Albacete y no sé porque de repente acabo de ver una nota de David que está en Alicante, todos estos allegados están en mí y mi yo, de vez en cuando supongo en ellos ; no podrán venir a cenar por el jodido virus; claro que antes tampoco venían, pero estaban y están en mi y todos en su tiempo hicimos la Constitución y creo que si hablara con ellos me dirían que están preocupados incluidos los de Motilla del Palancar- que se me había olvidado que de ahí tengo algún personaje de mis novelas como de Iniesta.
Oiga déjelo ya. No hace falta aprobar la Geografía aquí, porque quien más sabe de esta España mía son los de Correos donde antes, en las oposiciones se tenían que saber de carrerilla todas las estaciones con parada del ferrocarril de Valencia a Teruel, por ejemplo- que por cierto a ver si mejora que el año pasado en plan ”a ver qué pasa” mi mujer y yo emprendimos un viaje por ferrocarril a ver a mi amigo íntimo José Manuel y tardamos dos horas y media y ya habríamos llegado a Madrid ,si fuéramos a Madrid y parado un rato en Cuenca a ver a nuestra amiga Nuria.
Lo voy a tener que dejar aquí porque seguro que Rafael y Mariano de Elche me dirían que porque no hablo de ellos. Con razón.
Pasados los años y ya en la menos vigorosa senectud me pregunto, con la libertad adquirida con la edad, sin miedo a nada-
¿Qué coño pasa? ¿Qué quieren? Que yo creo que lo mismo de antes. Seguir en el machito pese a quién pese.
Me temo que el horno está muy caliente y la olla se pone a presión un poquito más cada día. Hay gentes que tiemblan y comparan este diciembre con el diciembre del año 1935 y otros escriben chats y a los que hicimos la Constitución nos jode que se esté gobernando con decretos Ley.
Yo diría que a algunos esta pandemia les ha venido bien. Esto se ha hecho muy largo y más que una columna parece una división Panzer. Ya que no venís a mi Nochebuena os deseo lo mejor.