LA ESPERANZA PERVIVE
Han pasado 24 horas tras el último sorteo navideño de la lotería y yo mantengo ese estado ingenuo y volátil de la esperanza.
Tengo por seguro que no he sido agraciado con el premio gordo, porque no he recibido llamada alguna de nadie que esté conectado conmigo y que además comparta mi número o números, porque siempre se juega algo más, aunque las expectativas sean menores que en otros sorteos.
Siempre cuando compro lotería- es casi en lo único que me pasa eso de mantener un estado de ánimo de espera confiada- creo que todos los números están en el bombo y siempre me he quedado con las ganas de comprobarlo, a la vista que no doy ni una.
Por cierto, me pasa lo mismo que con el dinero que tenía en el Banco, digo con claridad meridiana que tenía, que siempre me han dado ganas de ir y preguntarle a la interventora que me lo enseñase.
Yo he tenido siempre interventoras y no me pregunten por qué, pero creo que administran mejor que el hombre, en sentido inclusivo para alegría, esto de inclusivo, de la extraordinaria y absurda Sra. Montero cuya dedicación admiro por su fragilidad operativa.
Creo que nuestra amada lideresa, dedicada a luchar por la igualdad femenina todavía no ha recibido a la líder Doña Lydia Falcón cabeza de playa del feminismo andante. ¿Se sabe algo?
Bien. A lo que iba. Mantengo la esperanza porque me resisto a comprobar los números en las listas que los distintos medios ponen a mi disposición. como podría el caso de este honorable diario. Y es que mientras hay vida hay esperanza.
Confieso que me gusta más disfrutar en este territorio planetario de lo que la vida te puede ofrecer, que esperarme a la promesa un mundo mejor más allá y también sé que esta confesión me hace débil y egoísta e incluso me abre una herida sangrante, espiritualmente, porque me puede señalar como poco cristiano.
El mundo del hombre menos intelectual y pensante inventa refranes como ese de: Más vale pájaro en mano que ciento volando. Declaración egoísta donde las haya.
Decía párrafos atrás que mantengo la esperanza y la mantengo con ilusión progresiva, porque me faltan algunos números por comprobar y noto que me resisto a ello por mor de mantener la llama viva de que “a lo mejor…”.
Leía yo hace algún tiempo que la ventaja inicial de los comunistas en origen era que son los únicos que te emboban prometiéndote en este mundo un reino de felicidad distributiva, frente a los mansos de corazón que solo les queda la eternidad que no es poca cosa, por cierto…pero al estar tan lejos. O no tan lejos me dice uno que me lee.
¿Qué crees que es el Covid ,si no un maldito mensaje del diablo para que no te duermas en los laureles?
Y digo yo, por ejemplo, y en otra situación esperanzadora ¿Se sabe cómo nos llamarán para que nos inoculen la vacuna? ¿Ahí se dará la circunstancia penosa, pero útil, de valerte del algún conocimiento en el mundo de la salud para ser de los primeros?
Esto lo digo yo porque al repasar mi currículo me doy cuenta de que no soy un “baranda” o sea que no mando nada… pero por primera vez la edad puede ser una ventaja porque soy un peligro riesgoso pululante.
Todo es un misterio. Creo que cuando mande esta columna larga al diario voy a consultar por fin esos numeritos loteros. Luego voy a llamar por teléfono a un amigo del Politburó y le voy a decir que no. ¿Qué no qué? Nada que no me apunto al partido. Yo pobre, pero honrado. A la fuerza ahorcan me dice mi otro yo.
A mí no me ha tentado el diablo con prebendas políticas…y mira que me ofrecido a ser corrupto. Soy un desastre.
La `prueba de ello es que sigo manteniendo la esperanza. Ese es un signo de no estar informado de lo que pasa. Mucho periodista etc. pero a la hora de la verdad no me como ni un rosco. Siempre me quedara Paris. Feliz Navidad,