PEREGRINAR POR LOS CENTROS DE SALUD
Leo que Israel va como una moto en materia de vacunación¿Por qué? ¿Son
más listos? ¿Gestionan mejor? No vale decir:
es que los israelita son menos numerosos
que los valencianos. Es lo que en valenciano coloquial calificaríamos como “bufes de
pato”. No es literario, pero es comprensible
y ahora lo que hace falta es comprender.
Comprender es un paso más que oír. En este
asunto no comprendo y solo oigo.
No quiero hablar de porcentajes. No soy
un técnico al servicio de quien manda ahora.
Yo hablo de personas, de porcentajes hablan
los políticos y los consejeros de Sanidad, entre ellos la consejera de la Comunidad Valenciana y supongo que lo hace con el corazón
más que con los hechos.
Por favor deje el despacho salga a la calle, abríguese que hace frío, y patee los centros de salud. Conviértase en un SIP y llame
por teléfono y ya me dirá usted, o mejor no
me diga nada, y haga algo.
Nadie duda de la buena intención, pero
es probable que no sepa- lo que sería culposo- el estado real de los protocolos, de la
relación entre algunos equipos de expertos
que no se comunican bien, pese a que con
su atención vocacional dan cada día un
ejemplo de buena práctica médica y que durante mucho tiempo se ha ganado el título de
la mejor sanidad púbica del mundo, o entre
las mejores.
Hablemos del COVID 19 (conviene clasificarlo porque parece que hay más cepas y
ahora es el momento de decir Dios nos coja
confesados antes del último adiós, si fuera el
caso).
Dispongo de algunos datos de dos lectores que han sufrido lo que les cuento.
Uno me dice que hace catorce días almorzó con una sobrina suya, con su marido,
con un hijo y con su madre que tiene 90 años.
La sobrina que se sintió mal llegó de Londres
tres días antes y ella y su marido se habían
hecho la prueba que dio negativo, pero volvió a hacérsela aquí y dio positivo.
Ahora empieza la “obra de teatro”.
Les llamarán los rastreadores, le dijeron. Y él, persona de riesgo por otra patología, llamó a la Fe y al médico de su ambulatorio. En vista de que no pudo contactar
se fue a los ambulatorios. El día 24 al suyo,
que estaba cerrado. El de Guillem de Castro (Valencia), también. En el Juan Llorens
(seguimos en Valencia) le dijeron que llamara al 112 y que se quedara en casa. En
el 112 le remiten a un 90030055 al que llamó
y no le sirvió de nada. Vuelve a llamar a La
Fe y no obtiene respuesta. Al final la familia acabó en la Quirón (sanidad privada) y
mediante 196 euros supieron que todos menos la sobrina de la historia son negativos.
Catorce días después recibe una llamada
para preguntar que tal está y que el médico
de cabecera le llamará el día 7.
Menos mal que han dado negativos. Felicidades.
Me comenta que su hijo se ha hecho
la prueba tres veces en Francia, sin cita
previa y gratuitamente, con respuesta el
mismo día.
¿Qué pasa aquí? ¿Son los franceses
más listos que nosotros? Si todos los sanitarios son excelentes en general ¿Qué falla
aquí? ¿Europa? ¿La gestión? ¿Hay mayor
grado de inutilidad por metro cuadrado que
en Israel o en La France?
Lo ha hecho usted muy largo me dirán.
Puede. Entonces, ¿qué hago con el otro
caso que conozco?
Un breve resumen no menos doloroso.
Cien llamadas a un ambulatorio que finalmente aconseja poner un SMS y tras otras
gestiones del “llamador impenitente” logra
una cita con su médico de cabecera para
el día 12. Espero que el Señor le acompañe.
Tengo algún testimonio más, pero tras
estas más de seiscientas palabras se acaba el papel del diario y a lo mejor la paciencia del lector.
Que el nuevo años les haya dejado mucha,
mucha salud, es mi deseo.