• GALES
    La princesa se va a estudiar a Gales y personalmente me importa un pimiento y lo digo con un fondo tapizado de terciopelo y envidia. El montaje de rotulitos en sobreimpresión, sobre si se va o viene de España, como su abuelo, es de TBO.
    Hay que contentar a la tribu de puristas como la Sra. Rahola, digo yo; me ha sorprendido a mi verla en una mesa “nacional” contratada, dicen. Esta señora, apabulladora, optó por Suiza para educar a sus menores. Estudiar en el extranjero se ve que si puede hacerlo y la hija de los Reyes no. Da mucha risa.
    Supongo que ha sido contratada para dar espectáculo por un plato de lentejas; idea salida, digo, de la cocina fontaneril de la Moncloa para limar la posible mesa de diálogo y frenar la verborrea pan independentista de los que se han venido arriba con los resultados de las elecciones en el condado de Cataluña.
    Yo no sé si será verdad eso que dicen en torno al castillo en Gales; que allí compartirá habitación con otras tres niñas de origen y etnia diferente. Eso le vendrá bien.  Abandonar el escudo protector que tiene desde que le cambiaban los pañales. Esta niña ya debe hablar inglés y si se lleva dos o más guardaespaldas parece lógico porque, si no cambian las cosas, está destinada a ser reina, pese al clan Iglesias que ahora se desgañita en sugerir como escuela un instituto de Leganés. ¿Lo han comentado con la niñera que pagamos entre todos?
    Yo solo sé que ver como la niña se va, procurará un encogimiento del corazón de sus padres por muy Reyes que sean y les va a costar un pico, que es el mismo pico que a otras docenas de niños que se van a estudiar a eso que llaman el extranjero y nadie dice nada y mira que a mí me gustan los Institutos.
    Y en materia de guardaespaldas me acuerdo ahora, mire usted por donde, del Sr. Puigdemont que se aloja en Waterloo a costa nuestra y se marca un par o más de mossos para cuidarle y nosotros aquí chupándonos el dedo.