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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

YO CONFIESO

YO CONFIESO
    He dudado, como buen escéptico, a la hora de elegir un titular ya que me había decantado, en el origen de la idea, por el “Yo Acuso” de Émile Zola, que tanto revuelo alcanzó en su momento con el caso falso de la condena como espía al judío francés, el militar Dreyfus.
    El novelista interviene en el debate dada la campaña antisemita, y apoya la causa de los judíos franceses. Escribe varios artículos, donde figura la frase “la verdad está en camino y nadie la detendrá” (12-1897). Finalmente publicó en el diario L’Aurore su famoso J’accuse…! (Carta al Presidente de la República), 1898, con trescientos mil ejemplares, lo que hizo que el proceso de revisión tuviera un brusco giro. Pues el verdadero traidor (el que espió) fue el comandante Walsin Esterházy, que fue denunciado en un Consejo de Guerra el 10 de enero de 1898, pero sin éxito. (fuente: Wikipedia)
    Y si yo fuera un tipo más leído, y honrado, hubiera tenido que investigar el texto publicado en el diario L’Aurore ( e invito a ello a los lectores más estudiosos o curiosos, porque vale la pena)  en la carta que iba dirigida al Presidente de la República francesa; pero en aras de un cinismo  imperante cada día más hoy donde las gentes, por muy altos que sean sus cargos, se sacan de la manga másteres que luego borran de sus ccv.-caso Yolanda Diaz y otros de la oposición ,aunque los tribunales hayan dado, o sobreseído la cosa, en el caso de la Sra. Cifuentes, por ejemplo.
    Yo confieso, y digo que he copiado, de la fuente más socorrida en la actualidad, tanto que parece la Biblia del conocimiento, o sea en la inmensa Wikipedia; he dado la espalda a la investigación y utilizo como coartada la prisa y el soporte en el que escribo.


    ¡Qué le vamos a hacer!
    Yo confieso que no soy como mi desaparecido amigo, y compañero del alma Miguel Catalán, que investigaba e investigaba, mientras yo me entretenía en fabricar artículos más ligeros y cultivaba mi obsesión por escribir libros sobre la tan socorrida guerra civil española con un éxito circunscrito a mis amigos que acudían a mis presentaciones, en aras de su generosidad para conmigo. Esa es otra historia que no cabe aquí, salvo por el hecho del Yo confieso.
    ¿Qué confieso?
    Que cada día sé menos y que cada día me doy cuenta de que yo, que me creía listo, soy más torpe.
    En estos días de declaración de la renta, asumo mi torpeza. Me asombro en general, y en particular, que gentes como son los dueños de grandes multinacionales, capaces de comprar la Metro-Goldwyn-Mayer, la del cine y el león del primer plano, y no pagar apenas en España sus impuestos, mientras la Sra. Montero, en nombre del Gobierno al que sirve, nos aprieta cada día más las clavijas. ¡
    ¡Cosas veredes Mio Cid!
    Un asunto que se me escapa a mis pobres entendederas y que, otra vez, miro por si encuentro en Wikipedia razón alguna. Solo extraigo esto:
    “Amazon factura su negocio español fuera de las fronteras y aquí sólo tiene empresas de servicios” y hay más, pero como soy torpe yo confieso que dejo a las mentes brillantes de sesudos economistas y viajeros ilustres por los vericuetos de la Ley la explicación, que seguro, que están amparadas por la ley.
    Y luego el Sr. Biden da una palmadita en el omoplato del presidente de todos los españoles de bien y de mal. ¿Nos estaba llamando jilipoyas? No estoy seguro si era al presidente en sí mismo o a todos nosotros. Podría haber sido más generoso, total unos segundos más y a vivir que son dos días.
    Y eso que yo confieso que el Doctor Sánchez no es santo de mi devoción antes de impuestos y después de impuestos.
    Llamo la atención de los lectores sobre una noticia que era, en principio sobre la que quería hablar y todavía es, el párrafo del que no he hecho mención alguna.
    El diario ABC del pasado 19 de junio da cuenta de lo siguiente:” Diputados británicos quieren reconocer que pulpos y langostas tienen sentimientos”
    No soy animalista, pero cuando me vaya a comer un tentáculo pulposo o me haga servir un arroz con langosta, para celebrar que me puedo quitar la mascarilla, voy a sentir un cargo de conciencia, y mientras los Erasmus, en general, destrozan los pobres chiringuitos montados sobre la dorada arena, antes habitada por los ex ertes.
    Lo confieso, cada día soy más torpe. Muy buenas.

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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