ADIOS A LA INTIMIDAD

(PUBLICADO TAMBIÉN EL LOCLAR/ONTENIENTE

Philipa decidió vengarse cuando su novio la dejó y comenzó una relación con otra mujer. Para su venganza, aprovechó que la casa de su novio se encontraba parcialmente domotizada (tiene cámaras de seguridad, altavoces y luces inteligentes conectadas al sistema de Amazon Alexa) para ahuyentar a la nueva novia de su expareja, según informa la BBC (fuente el Mundo)

.La noticia de que una expareja, en este caso una señorita, espiaba los movimientos de su ex a través de una instalación de esas que se activan con la voz, me ha perturbado sobremanera. Me interrogo a mi mismo y me digo que no nos dejan en paz ni en nuestra casa

Tanta tecnología nos oprime, nos secuestra, nos puede, y digo que nos seduce porque sí nosotros no quisiéramos, no podrían nada contra nuestra voluntad, si no la hemos perdido ya.

Ahora releo y me tropiezo con el vocablo de “señorita” que revela “el antigor” de quién esto escribe y se niega a llamar “chorba”, por ejemplo, que es el otro extremo, a la espía de su ex.

Se ve que en el camino del modernismo” la modernor” ,

en la ruta del progresismo mal entendido, el lenguaje le ha perdido la pista a lo que antes considerábamos correcto. Puede que ni tanto ni tan calvo; yo no considero inclusivo a eso de llamar a las chicas: chicas, chiques. Una “tontuna”, que decía mi abuela Socorro que con su vejez se había vuelto sabia de entendimiento y juicio crítico, y todo lo que no fuera sencillo de entender lo bautizaba con el nombre tontuna.

O sea que hay mucha tontuna.

Y es que el confinamiento y la mascarilla nos hace más invisibles y notas que te miran mucho, insistentemente y lo hacen porque no saben quien eres.

No es siempre un síntoma psiquiátrico de manera que cuando usted se queda “colgado” mirando a A o a B, él o ella, no lo tome nadie como una sicopatía, porque puede ser que queramos haber conocido a  Juanita siendo Cesa, o a Clara siendo Laurita.

Lo mejor será mirar por la noche a las Perseidas que son las estrellas fugaces que hacen soñar al pobre humano con deseos imposibles que duran el tiempo que brilla el meteoro a miles de kilómetros de distancia y a velocidades más allá del sonido. Como0 es Septiembre ya no. Hay estrellas y fugaces pero se ven menos

El caso es que yo quería hablar de la intimidad qué es un asunto complejo y variable. Debe ser que varía el tema en función de la moda; a finales del XIX la lluvia hacia salir a los hombres para poder atisbar un tobillo femenino dado que levantaban las faldas para evitar el charco y el barro .Había de todo,  comentaba hace años mi desaparecido suegro, y ahora, fíjese usted , solo una cinta mínima que tapa la ranura del trasero, en las concurridas playas familiares desde Las Arenas hasta La Patacona  y si a eso le añadimos eso que llaman “top less” es decir los pechos, las tetas en coloquial, al aire, hemos traspasado a Brasil en la carrera por ser los primeros del ranking del desnudo. Lo del tanga se ha visto hace años en Copacabana pero está prohibido el enseñar los pechos. ¡Qué cosas! Si yo ya lo sabía. Es una seca o una “remullá”. Somos pendulares.

Hemos pasado de Benimar, un viaje en el tiempo, una playa en tiempo del arzobispo Olaechea, donde la faldita en el bañador de cuerpo entero era obligatoria y la larga cuerda de la zona del baño marítimo que separaba a hombres de mujeres. y donde había que nadar para llegar a la punta de la cuerda para poder pasar, sí es que antes el “bañero guardián” no te advertía con pitidos o gritos de que sobrepasarla estaba prohibido.

¿Qué es mejor? En todo caso la intimidad se va reduciendo cada vez más, llegando a sobrepasar la línea esa que te hacía decir , como defensa personal e íntima,  el dueño se los pensamientos era uno.

¿Me atrevería yo a mantener apagado, con disciplina, a tener en silencio el móvil durante la mayor parte del día?

¿Y usted querido lector?

Solo terminar diciendo que cada día que pasa siento que se va perdiéndolo lo personal y algo tan antiguo como  hablar es sustituido por mensajes casi telegráficos.