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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

LEER NO MATA

LEER NO MATA
La aparición progresiva de tecnología que dice estar ahí para facilitar la vida del ser humano, puede ser la semilla que haga crecer la pasividad, que mate la curiosidad y la búsqueda de respuestas a las dudas que pueden surgir, las respuestas a lo que uno no entiende en materia de lenguaje y otras expresiones.
Puede servir para ir haciendo crecer en el interior de uno el desierto del conocimiento y el creer que todo está en la nueva Biblia moderna llamada Internet a cuya sombra se tejen pensamientos y conductas que alejan al hombre de su esencia vital y que parece haber garantizado la evolución futura de la razón y el entendimiento.
No todo se resuelve apretando un botoncito y creer por ello que dominas y tienes a mano las respuestas.
Eso es agostar una fuente esencial del cerebro como el estímulo de saber más, de conocer mejor.
Es como mandar a dormir a las neuronas.
El impulso de conocer, la curiosidad de no dejar pasar algo que uno no entiende y limitarse a lo que alguien ha escrito en síntesis para su uso inmediato no parecer ser bueno.
Alguien puede argumentar que buscar en un instrumento una respuesta es como leer, pero de forma distinta. Yo creo que no.
No leer puede ser equivalente a la perdida de alimento para el alma He leído, como defiendo aquí, que: “Leer perjudica seriamente a la ignorancia.”
Sé que muchos opinan que leer supone una pérdida de tiempo al perderse otros aspectos de la vida, que te convierte en sedentario y que eso en tiempos de hoy, de culto al deporte donde el correr, el entrenarse para mantenerse sano se ha convertido en una religión masiva.“. No hacerlo  para muchos es un pecado.”.
De la misma forma que se practica esa ocupación física deportiva o simplemente salutífera para conseguir ampliar el estado de buena salud ,es aplicable, en mi opinión, al mantenimiento fluido de un cerebro que necesita sentir la corriente de nuevas aportaciones.
El deterioro cognitivo derivado de una insuficiente practica lectora y curiosa – ya no digo ávida que podría ser calificada de exageración e incluso de “exageración enfermiza”-se puede percibir hoy en las intervenciones de nuestros representantes políticos, pongo por ejemplo de individuos más conocidos por sus intervenciones públicas que dejan mucho que desear.
El uso de un lenguaje en ocasiones procaz – lo que popularmente llamaríamos como “faltón”- delata con claridad su falta de formación y su infraestructura intelectual tendiendo a débil, creando un mundo de referencia malsana para quienes son más jóvenes y pueden creer que con eso basta para prosperar . Medrar en un mundo mediocre.
Digo yo que no hace falta estar todo el santo día leyendo o citando autores como evidencia de cuanto sabe uno; eso es otra cosa que tiene que ver más con la vanidad y la necesidad de epatar.
Yo tenía un amigo que venía a decir con mucha gracia que los llamados nuevos ricos tenían la obligación de mostrarse como lo que eran “nuevos ricos” y que no paraban en barras para que eso se notara y él, mi amigo, lo llamaba “epater le bourgois” asombrar al burgués lo que se traducía en una exagerada ostentación. Puede ser.
Yo hablo de leer para uno, para disfrutar de episodios de vida que han escrito algunos para nuestro disfrute y al tiempo para nuestra mejora cerebral. El cráneo es un continente fuerte pero que hay que llenar de contenido.
  De hecho, en el cerebro de cada hombre hay más de 86 mil millones de neuronas.
Son muchas que interactúan, pero hay que estimularlas y yo creo que la lectura ayuda a la llamada sinapsis (La transferencia de información entre las células nerviosas la realizan los neurotransmisores, cuyo mensaje es reconocido por la célula receptora y traducido a respuestas biológicas en una estructura especializada llamada “sinapsis”)
En este preciso instante, mientras nuestro lector lee este texto, el hemisferio izquierdo de su cerebro está trabajando a alta velocidad para activar diferentes áreas.
Sus ojos recorren el texto buscando reconocer la forma de cada letra, y su corteza inferotemporal, área del cerebro especializada en detectar palabras escritas, se activa, transmitiendo la información hacia otras regiones cerebrales.
Su cerebro repetirá constantemente este complejo proceso mientras siga leyendo el texto.
Además de alimentar la imaginación y favorecer la concentración, la lectura ayuda a mejorar algunas habilidades sociales, como la empatía. Un ávido lector rápido aprende a identificarse con los personajes de las historias que lee y está más dispuesto a abrirse a otras vidas y ponerse en la piel del otro, que tanta falta hace en aras de la solidaridad, por ejemplo. Es un alimento para el espíritu. Que aproveche!

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Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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