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Carlos Pajuelo

Pajuelo: la chispa

LA FORMACIÓN CONTINUA

La formación continua
Recuerdo que hace años una familia que tuviese lo
que se llamaba un pasar, mediante la explotación
de algún negocio familiar o algo más extenso, pensaba
siempre en dar una carrera a sus hijos.
“Yo no he podido, pero a ellos, mientras yo viva,
nos les faltará ayuda para que tengan su carrera”.
Era un título y un empleo. Ahora ni con la lotería.
Aquello era tan real como el caso de los juguetes
de Navidad que eran comprados por las madres
a sus hijos para que a ellos nos les faltase lo
que ellas no tuvieron. Apoyaban su decisión con el
“mis hijos no van a ser menos”.
Son los hechos de otra memoria histórica casi
sin contar. Eso era cuando éramos mucho más pobres
que ahora. La vida.
Muchos aspiraban a que en su prole hubiera un
médico, un abogado, porque esas carreras disfrutaban
de prestigio social y emanaban un respeto
y se iba a sus consultas con la creencia cierta, de
que les ayudarían a resolver sus dudas o a mejorar
sus dolencias.
Con el tiempo las necesidades de la población
han ido evolucionando y con ellas las disciplinas
académicas también y hoy, en la oferta de las universidades,
la pléyade de elección es de una variedad
asombrosa; no basta completar una carrera.
Ahora carrera, másteres, cursos de extensión
específica, estancias en el extranjero, dominio de
idiomas y todavía así hay jóvenes que deben emigrar
a otros países para conseguir vivir de su sueldo
o llenar su vocación. Cosas que no terminas de
entender a no ser que asumas que vivimos una crisis
profunda o que este país nuestro ha emprendido
una deriva a veces incomprensible.
Sigamos con la formación.
Hoy, y con ello no descubro nada que sea una
noticia novedosa, las cosas han dado un giro innegable
y la evolución ha sido tal que quien esto
escribe, por ejemplo y algunos, seguro, de los que
lo leen lo comparten; aquellos negocios familiares,
otros de mayor fuste han desaparecido o apenas
dan para lograr aquello que nuestros padres deseaban
para sus hijos.
¿Entonces? Nada. Seguir creyendo en que la
formación es imprescindible.
Este deseo de formación continua no quita que
nos asombremos cuando observamos las dificultades
con las que esos jóvenes y no tanto se encuentran,
ya sean estudiantes, licenciados u obreros
de oficios importantes y todos lo son – se dice
que no se encuentran camareros, por ejemplo- dificultades
para no solo encontrar trabajo sino un
lugar donde vivir, una vivienda.
Hasta aquí, nada que no se sepa. Desde aquí y
en materia de formación doy noticia acerca de que
en mi fondo de columnas (conozco personas que
hablan de fondo de armario y se refieren a ropa y
yo hablo de noticias, sucedidos etc.) he encontrado
una especialidad formativa curiosa y que responde
al nombre de:
EL CURSO PARA APRENDER A OKUPAR
Se ve que lo daban o lo dan en el Ateneo Libertario.
No sé en qué ciudad. Me inclino por Barcelona, a
juzgar por el tradicional buen trato que han recibido
los okupas; también
desconozco el autor de
la noticia y sus comentarios.
No puedo citar
la fuente, por lo tanto.
Desde aquí me otorgo
el permiso de reproducción
mínima y pido
perdón a mi compañero
anónimo.
¿Qué pretende el
Ateneo Libertario?
Evitar destrozos en
la propiedad inicial, la
puerta, del otro; para
eso, dicen, están las
ganzúas que se ve que
con una mañana de
práctica te inicias como
un experto en el abrir la
puerta del otro, aunque ese otro sea el propietario
del inmueble.
Da lo mismo que la Constitución ampare la
propiedad. Estamos en el 2022 y la cosa pinta
mal con el precio de la electricidad y el precio
de la harina.
A lo mejor, por eso se manifiesta el okupa potencial
y dice: “Es que hay mucha vivienda vacía
en las ciudades y no digamos en la costa” señalaba
un libertario.
Aviso a navegantes. Cuidado con la cesta de
la compra.
Hace unos días fue el 14 de julio y se conmemoraba
el comienzo de la Revolución francesa.
En la toma de la Bastilla, había solo unos pocos
prisioneros o solo uno; pero la revolución se había
empezado a sembrar antes con las subidas
del precio del pan. No digo más, no ocurra que
se me acuse de inductor intelectual por el dato.
Histórico.
¿Y qué? Nada. A seguir pactando

Temas

Por Carlos Pajuelo

Sobre el autor

Profesor emérito Universidad, escritor , publicitario y periodista. Bastante respetuoso con los otros. Noto la muy mayoría de edad física. Siempre me acuerdo de aquello de "las horas hieren y la última mata" y para aquel que trate de averiguar que significa esto ; cada uno que crea y piense lo que quiera


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