EL DESCUBRIMIENTO

Es asombroso para mi lo que yo llamo el fenómeno del descubrimiento; de repente andas buscando algo en tu casa, como por ejemplo un libro que te ha venido a la memoria y te das de bruces con una foto antigua y al mirar a los personajes que la componen vas hilando recuerdos, anécdotas e incluso casi ni te reconoces a ti mismo por lo más delgado que estabas o por la indumentaria que tenías que usar, como un canon general, de la época.

Aunque uno presuma, a veces, de independiente o rebelde, el hecho general es que todos nos parecemos un poco gracias a la moda y hoy a los influencers que se ganan, o tratan de ganarse el pan, mediante consejos sobre lo que hay que vestir, hacer o comer. Cosas.

Se trata de dirigir la conducta de los demás y no tienen recato alguno en suplantar médicos, dietistas, fisioterapeutas, abogados o lo que haga falta con sus atrevidos consejos enmarcados en carcajadas y comentarios varios.

Han descubierto las redes sociales y la necesidad de, muchos en materia de orientación.

Si tienes imaginación puedes transportarte a otros descubrimientos que has hecho e incluso puedes pensar en el asombro que tuvieron otros.

Me imagino a Colón en su primer viaje al llegar a la primera tierra, tras la aventura del mar inmenso; llegar a la bautizada como la Española, la actual República Dominicana.

Para él fue un descubrimiento fortuito porque él no buscaba ese nuevo continente. ¿Sí él hubiera sabido que los vikingos ya habían estado por allí o los chinos, según otros, hubiera reaccionado igual o le hubieran financiado su aventura?

¿Esto a que viene?

Viene al hecho actual de que la mayor parte o todos los candidatos que se postulan para ser elegidos y representarnos parecen recién llegados de Marte o de más allá.

Ponen cara de enterarse por primera vez de la existencia de un problema como la falta de agua, de la falta del Plan Hidrológico-que en su día derogó el expresidente Rodríguez Zapatero que es el mismo que dijo aquello que “la tierra es del viento”, – causando graves trastornos a los propietarios de un bien esencial como es la tierra para cultivos- y digo yo si es que ese día del dicho hacía mucho aire y se le nublaron los ojos y se dio en pensar filosóficamente.

¿No hay viviendas sociales?

Pues mire usted .NO. No pasa nada dice el candidato yo las hago, yo las doy, yo las descubro porque ahí está – mírala, mírala, la puerta de SAREB. ¡Toma castaña!

O sea, se ha descubierto el banco malo- que ya es un invento lo de llamarlo malo- esta semana. Se olvida que hace años que anda por ahí.

Algunas fotos he visto yo de enormes balsas totalmente inútiles por perdida de agua. Un error en la construcción y unos millones de euros disueltos en barro. Se van derribando presas y desconozco la causa.

Los candidatos al saber de estas cosas siguen frunciendo el entrecejo y ponen cara de marcianos; mantienen la misma cara de enterarse y se apresuran a prometer.

Han descubierto el valor del conocimiento de algo que ya sabían-salvo que fueran tontos- y ponen cara no solo de marcianos sino de descubridores y astutamente apelan a lo que harán y es así como pretenden descubrir también nuestra condición, según ellos, de tontos de baba, que son más tontos que los otros, los que lo son sin derrame de baba alguna.

Lo cierto es que yo salgo a preguntar acerca de: ¿a quién va a votar usted? Y cuando me contestan, que no es siempre, me asombra la fidelidad de algunos a ciertos partidos que lo siguen gestionando mal.

Eso me recuerda el como la gente dice que ve la cadena 2- reportajes, viajes de interés cultural emitidos por una cadena que se podría calificar como cultural y sin embargo los índices de audiencia son siempre bajos.

Es un misterio más complejo que creer en que la inteligencia artificial desatará la guerra de los mundos al estilo de la emisión en su día por Orson Wells a través de la radio, que hizo que miles de ciudadanos se lanzarán a la calle preso del terror o la curiosidad y que las centralitas de teléfonos se colapsaran.

¿Qué farem? ¿Farem foc o fuchirem?

Cada uno de nosotros se enfrenta a la verdad íntima de saber si lo que nos dicen y prometen es cierto o no. Obrar en consecuencia sería lo honesto y eso es siempre difícil. Se trata de saber en que consiste lo correcto y objetivar…aunque la pasión y las creencias son difíciles de cambiar.

Podría ser el tiempo de descubrirnos.