L GESTO Y LA PALABRA
Mi amigo, compañero de profesión, Paco Grau está de vacaciones. Estos años él ha desarrollado unos cursos que tratan de enseñar a sus alumnos a hablar lo mejor posible, a adquirir modales, y gestos que sirvan para hacerse entender mejor. Hoy lo sustituyo con mi propia versión.
Daré mi perspectiva sobre algunos gestos entrevistos en el debate del pasado miércoles del que parece que es obligatorio hablar, aunque yo me abstengo deliberadamente de entrar en contenidos. Habría mucho que decir ¿No?
La llegada. Cada uno a su tiempo. “Batitas vestidoras”, un alias que pongo yo a la Sra. Diaz, llega en taxi sin apariencia de ser rodeada por una nube de ferruginosos guardaespaldas. Avanza con cierta cadencia sacrolumbar, sin excesos porque viene a debatir y no a conquistar al “mirón”. Deja claro que viene a ganar y algunos dicen que lo consiguió en esos 90 minutos. ¿Sí?
Abascal con andar de pecho abombado, o chaqueta de una talla menor, da la percepción de paso seguro, conquistador o defensor del desvalido y su paseo y saludos contrastan; parece más “echao palante” que su verbo que suena reposado, suave. Se hace eso que llaman el” photocall”, o sea la fotografía de toda la vida, delante de una plancha, de fondo coloreado, con dos funcionarios de TVE y luego solo; esgrime seguridad y sus brazos cuelgan a lo largo de su cuerpo y no como otros que terminan cruzado las manos delante del pubis, protegiendo sus partes que, por cierto, cada día más las sienten en peligro. Cosas
La llegada del candidato Sánchez no venía a bordo de un vehículo oficial en plan “la bestia” como el que usan los presidentes USA; venía sobre un Renault discreto- muchos creían que vendría sobre un helicóptero Apache para luego ponerlo verde en las redes y dar de comer a los tertulianos que, siendo colaboradores, se diría que están pegados con cola al asiento pareciendo gentes en la “nómina del medio”. Deben ser más listos que otros, por ejemplo, yo. Y otros.