LAS PRIORIDADES

    Una prioridad es una necesidad perentoria que uno tiene y que no debe o no puede aplazar y se presiona a si mismo o a otros para intentar hacerla posible.

Hay diversas clases de prioridad y todos encontramos argumentos para que esta se convierta en acuciante trasladando la cuestión a otros para que se cumpla, para que se resuelva.

Sucede que cuando esta necesidad es algo personal que tiene que ver con la salud, por ejemplo, encuentra comprensión general y movemos todos los hilos que están a nuestro alcance para su solución.

Llamamos por teléfono, buscamos una cita a través de terceros, buscamos la mediación, nos presentamos sin cita previa, tan de moda hoy en día, y forzamos la situación. Todos los comprendemos, lo aceptamos y nos alegramos cuando te enteras de que se ha podido paliar el problema. Uno se solidariza de buen grado con ello.

Cuando esa prioridad se hace grupal, institucional los argumentos cambian y a unos les parece prioritario y a otros innecesario.

Muchas reivindicaciones territoriales se exhiben como prioritarias cuando no son más que la expresión de un deseo partidista que se fuerza aprovechando la debilidad de quien puede conceder la solución.

Entrando de lleno en este asunto me quiero referir a lo que el presidente de la Generalitat catalana ha llamado prioridad y lo ha hecho en reunión con el presidente en funciones, el Dr. Sánchez.

Este que no duda en ceder ante cualquier petición ,venga de donde venga, con tal de asegurarse un voto que le permita seguir acostándose en el mismo colchón monclovita que en su día, dice, cambio por el de Rajoy que se lo dejó en La Moncloa.

No veo, por otra parte, al registrador de la propiedad, que lo es el Sr. Rajoy ,haciéndose con su colchón y llevándoselo a su despacho para sestear allí-.

Hoy es la prioridad de tener embajadas en el exterior para mayor gloria de la Cataluña universal y copio.

Lo cierto es que, en estos momentos, la Generalitat cuenta con una veintena de ’embajadas’ en el exterior, casi el doble de las que había antes de la aplicación del artículo 155 de la Constitución, que las desactivó, aunque por poco tiempo, porque los independentistas retomaron esta acción exterior cuando volvieron a hacerse con el gobierno catalán

Y el objetivo de la Generalitat es incrementar aún más esa red de delegaciones, según consta en el plan diseñado para el 2023-2026, por el que se abrirán nuevas embajadas en África Oriental, Sudeste Asiático o Asia Meridional. Y también se ha creado la figura del ‘enviado especial’. En este caso, hay dos: uno en Irlanda, donde está previsto que se abra una nueva embajada; y otro en Quebec (Canadá).

La cosa cuesta 108 millones de euros que, por cierto, pagamos todos los españoles.

Surgen algunas preguntas al hilo de esto.

¿Nos están tomado, una vez más, el pelo?

¿No tenemos una política exterior que es parte de las obligaciones de Estado y para eso tenemos un Ministerio de Exteriores?

¿No es cierto que lo que coloquialmente se llama “bajadade pantalones” se produce en exceso en el caso de Cataluña?

¿Por qué los señores de Compromís, que se niegan aceptar la ampliación del Puerto de Valencia, “tragan” con esta aventura expansionista dando carta de naturaleza a una región sobre otra?

Un voto para el presidente interino a cualquier precio.

He aquí una prioridad que lo es para el que busca el voto y un escarnio para quien objetivamente ve como se dilapida el dinero de todos en beneficio, una vez más, de un grupo glotón de poder y ambición “ad major gloria” de quiénes aspiran aetar siempre sentados en la misma poltrona.

Un asco.