LA CHISPA
Blanco doble
Carlos Pajuelo de Arcos
Este martes es difícil elegir entre una u otra noticia para ser comen-anali-criticada; extraña palabra que yo llamo “tres en uno” en esta era del recorte a “machamartillo”.
¿Con cual me quedo?
Estoy entre el canon de la SGAE, el tipo mano derecha de Bautista, que se lo gastaba en putas o en el transformista Blanco, el ministro, que acude en calidad de militante a bordo de un coche del PSOE a una gasolinera y luego acude a una comida en calidad de ministro de Fomento. A bordo, supongo, del mismo coche devenido en oficial y sin que se le haya visto bajar del mismo. Un fenómeno paranormal. Un milagro.
Es la transmutación, es el cambio, es el travestismo y mi abuela diría, cuando no había forma de clasificar algo, aquello de: “es que no tiene número”.
Dedicarse a gastar 40.000 euros-en el placer de la carne tiene un algo de morbo. ¿Cuántas, en cuanto tiempo y a qué precio?
La cama tiene su atractivo y ahí está la noble descalza de la rumba que parece buscar el tálamo a ritmo de maridos varios. Cuidado “Arfonso” que te veo en camilla. ¿Se los comerá vivos como Hannibal Lester?
La nobleza da miedo. Siempre a la que cae. Cuando no es pernada son diezmos, aunque sea otra nobleza.
La masa, el vulgo, sin comerse una rosca. Carne de televisión basura, cloaca de valores. Ahí hay para tres o cinco programas Sálvame.
Yo me quedo con Bianco. Ahí es nada. Sí uno puede ser militante y ministro en un “menuto y sin ser corrutos,” la cosa va a mejor, aunque nos quiten dos escalones los del rating y el FMI amenace con el crack bancario en dos semanas.
Si uno es dos, por la mitad de precio tenemos el doble y por eso el registrador quiere dejarnos con 50 diputados menos y aun sobran, digo. Te tengo entendido y me gusta este juego de mentalista. Ahora sí, ahora no. ¡Allez hop! Soy pero no soy.
Es cierto que Santa Teresa ya lo había patentado con su célebre “Vivo sin vivir en mí” Temía al desahucio y entonces no había dación. Buenos días