Siguen lloviéndole bofetadas a Cayetano Martínez de Irujo por sus declaraciones sobre las pocas ganas de trabajar de los jornaleros andaluces. La asamblea de Izquierda Unida de la comarca del Andévalo, en Huelva, le ha enviado una azada con un libro de instrucciones irónico en el que le explican cómo usarla como reprimenda por sus palabras. También le instan a encontrar el interruptor para ponerla el marcha.(fuente: las provincias)

La gente se mete con los aristócratas ( yo estoy entre la gente,por cierto) y es el caso que da gustito intelectual, un morbo a lo mejor patético que tiene que ver con la envidia;eso de meterse con los que uno cree que al heredarlo todo,sin apenas esfuerzo físico-mental, se ha cometido por la Madre Naturaleza un error de código genético.

Se dice, nos decimos, aquello de : “Yo tengo tanto derecho como este o aquel a…” y a lo mejor es verdad pero no se te recon0ce y entonces caes en la crítica, en el descalabro emocional y para ese momento el tal Cayetano-por ejemplo- es victima de la ola.

Tampoco pasa nada. El precio a pagar por ser tan rico, tan aristócrata, tan lo que sea, es pequeño. Estos no necesitan inventar Institutos para el Deporte, o ir al sastre a que te vistan mejor en honor de los conciudadanos que te han elegido, o hacer manitas con todo Dios que viene por aquí.

Por otra parte ustedes convendrán conmigo que la azada es un instrumento de tortura para los que nos dedicamos a todo menos a labrar o cavar en el campo. Yo recuerdo haberlo hecho una vez y aun me duelen los riñones y es que soy un flojo, como muchos dirán. Lo siento.

Tiene gracia los que han enviado el manual de instrucciones para que se aplique el pollo. Mejor que envíen manual por correo que no vayan personalmente un grupo a recordarle que no son vagos. Hay que medir Caye las palabras, que luego te pueden salir  forunculos en el cuello …a lo mejor. Yo no querría…pero las masas, una vez que se lanzan, son difíciles de parar. Me acuerdo que dicen que María Antonieta dijo, cuando las masas asaltaban Versalles, aquello de que:  “les den pasteles”. No hay que llegar a esos extremos. ¿No?.  Caye, calla. Buenos días.